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Voto de Lucien:
5
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Fantástico. Aventuras
Maléfica es una bella hada con un corazón puro y unas asombrosas alas negras. Crece en un entorno idílico, un apacible reino en el bosque limítrofe con el mundo de los hombres, hasta que un día un ejército de invasores humanos amenaza la armonía de su país. Maléfica se erige entonces en la protectora de su reino, pero un día es objeto de una despiadada e inesperada traición, un hecho triste y doloroso que endurecerá su corazón hasta ... [+]
17 de noviembre de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que por su propia discutible calidad, el interés de "Maleficent" radica en mi opinión en la generación de un interesante debate sobre la posibilidad de reinterpretar los cuentos de hadas.
He mencionado la calidad mediocre de la cinta en primer término y quizá convenga justificar un poco mi posición. El director, Stromberg, ofrece una película cuya fuerza descansa en tres puntos fundamentales: la interpretación de Angelina Jolie, el despliegue visual y el derecho a reinterpretar los códigos sexistas que rigieran la tradición de los cuentos de hadas. La intención es buena, así como meritorio el trabajo interpretativo de Jolie. El problema, como muchos de mis compañeros ya han señalado, es que todo lo demás, repito, todo lo demás falla en la película. El dibujo de los demás personajes resulta tan fallido como ridículo. Ni Aurora, ni Philip, ni Stefan, ni las hadas... presentan ni a nivel actoral como en el plano de la psicología de personajes interés alguno. El contraste con el protagonismo de Maleficent llega a ser por momentos penoso. Stromberg demuestra una paupérrima capacidad de crear personajes que interesen y lo que es peor, la torpeza estilística de su guión tampoco permite mayores alicientes. El trabajo compositivo del músico Newton Howard resulta absolutamente olvidable y el recurso a los efectos visuales completamente banal. Pareciera que el director haya querido hacer una película de adultos con mimbres del cine más infantilizado (ya estoy viendo la atracción correspondiente en Disneylandia) y el príncipe le ha salido rana.
Dicho esto, no creo que nos encontremos ante una película completamente desestimable. Por estos pagos abundan las voces airadas que claman contra una traición de la versión original de 1959. Como estudioso de lo fantástico, me veo obligado a poner todos estos comentarios en cuarentena. A fuerza de tener que desacreditar una preconcepción general, he de recordar que los productos de la factoría Disney distan de ofrecer un mínimo respeto de sus fuentes originales. Entiendo que, imbuidos en los recuerdos de infancia, muchos juzguen los Disney Tales como sus Fairy Tales. Ahora bien, de la vivencia individual al hecho cultural media un abismo. No, señores, ese referente tan querido, de 1959, no es sino una versión (o perversión) de la tradición oral. Lo que el espectador siente traicionado no es sino una ficción popular comercial y reciente. Léase una de las primeras versiones escritas, de pluma de los hermanos Grimm, y se descubrirá que "Sleeping Beauty" se llama "Brier Rose", que ninguno de los personajes recibe los nombres de Aurora, Philip o Maleficent, ni tampoco hay dragones. En fin, lean las lecturas de Bruno Bettelheim, lean las primeras versiones literarias y suelten la mano de un referente que desde su fundación fue siempre una impostura.
No, la evocación de la cinta de 1959 no puede oficiar como referente de una tradición que le precedía, así como tampoco puede limitar las reinterpretaciones modernas. Si a alguien le molestan las reinterpretaciones no tiene nada más que quedarse anclado en sus recuerdos, visionar la cinta de 1959 o hacer acampada en Disneylandia. Más allá de la que "Maléfica" sea una propuesta mediocre, sí juzgo que su mensaje tiene cierta actualidad. Desde títulos como "Brave" o "Frozen", Disney está dando un giro a su cine que considero saludable. Finalmente, la compañía claudica de su ideología "de-passé". No, ya las protagonistas no tienen que ser princesas, ni esperar príncipes azules. Su red de afectos se ha extendido a los otros amores que configuran la vida social de la mujer contemporánea: amigos, familia. Es un buen camino, por más que se haga con torpeza.
He mencionado la calidad mediocre de la cinta en primer término y quizá convenga justificar un poco mi posición. El director, Stromberg, ofrece una película cuya fuerza descansa en tres puntos fundamentales: la interpretación de Angelina Jolie, el despliegue visual y el derecho a reinterpretar los códigos sexistas que rigieran la tradición de los cuentos de hadas. La intención es buena, así como meritorio el trabajo interpretativo de Jolie. El problema, como muchos de mis compañeros ya han señalado, es que todo lo demás, repito, todo lo demás falla en la película. El dibujo de los demás personajes resulta tan fallido como ridículo. Ni Aurora, ni Philip, ni Stefan, ni las hadas... presentan ni a nivel actoral como en el plano de la psicología de personajes interés alguno. El contraste con el protagonismo de Maleficent llega a ser por momentos penoso. Stromberg demuestra una paupérrima capacidad de crear personajes que interesen y lo que es peor, la torpeza estilística de su guión tampoco permite mayores alicientes. El trabajo compositivo del músico Newton Howard resulta absolutamente olvidable y el recurso a los efectos visuales completamente banal. Pareciera que el director haya querido hacer una película de adultos con mimbres del cine más infantilizado (ya estoy viendo la atracción correspondiente en Disneylandia) y el príncipe le ha salido rana.
Dicho esto, no creo que nos encontremos ante una película completamente desestimable. Por estos pagos abundan las voces airadas que claman contra una traición de la versión original de 1959. Como estudioso de lo fantástico, me veo obligado a poner todos estos comentarios en cuarentena. A fuerza de tener que desacreditar una preconcepción general, he de recordar que los productos de la factoría Disney distan de ofrecer un mínimo respeto de sus fuentes originales. Entiendo que, imbuidos en los recuerdos de infancia, muchos juzguen los Disney Tales como sus Fairy Tales. Ahora bien, de la vivencia individual al hecho cultural media un abismo. No, señores, ese referente tan querido, de 1959, no es sino una versión (o perversión) de la tradición oral. Lo que el espectador siente traicionado no es sino una ficción popular comercial y reciente. Léase una de las primeras versiones escritas, de pluma de los hermanos Grimm, y se descubrirá que "Sleeping Beauty" se llama "Brier Rose", que ninguno de los personajes recibe los nombres de Aurora, Philip o Maleficent, ni tampoco hay dragones. En fin, lean las lecturas de Bruno Bettelheim, lean las primeras versiones literarias y suelten la mano de un referente que desde su fundación fue siempre una impostura.
No, la evocación de la cinta de 1959 no puede oficiar como referente de una tradición que le precedía, así como tampoco puede limitar las reinterpretaciones modernas. Si a alguien le molestan las reinterpretaciones no tiene nada más que quedarse anclado en sus recuerdos, visionar la cinta de 1959 o hacer acampada en Disneylandia. Más allá de la que "Maléfica" sea una propuesta mediocre, sí juzgo que su mensaje tiene cierta actualidad. Desde títulos como "Brave" o "Frozen", Disney está dando un giro a su cine que considero saludable. Finalmente, la compañía claudica de su ideología "de-passé". No, ya las protagonistas no tienen que ser princesas, ni esperar príncipes azules. Su red de afectos se ha extendido a los otros amores que configuran la vida social de la mujer contemporánea: amigos, familia. Es un buen camino, por más que se haga con torpeza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Otra crítica frecuente ha residido en señalar la contradicción entre el nombre "Maléfica" y su condición de buena de la película. Si bien creo que la idea no estuvo bien introducida (podría haber aparecido como etiqueta impuesta por otros personajes sobre la benéfica protagonista), creo que la decisión del guión es parcialmente justificable. Entre los polos de la virgen pura (santa o esposa) y la descarriada (bruja o puta), la sociedad ha codificado el rol de la mujer en dos polos antinómicos. La reivindicación de la bruja como personaje (también desplegado en títulos como "Wicked") obedece a una política de crítica abierta de la ideología machista. Maléfica ha de mantener el nombre para que esta codificación quede impugnada. Solo si se la califica como maligna podemos comprobar la injusticia que supone consignar a la mujer diferente como bruja. De este modo, su nombre nos devuelve la memoria de una injusticia histórica para todas las mujeres que no encajaban en los parámetros de la sociedad patriarcal.