Media votos
6,1
Votos
4.689
Críticas
178
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Lucien:
9
7,3
688
Drama
En Dakar, Diouana, analfabeta, es contratada por una pareja de blancos burgueses. Está encargada de ocuparse de los niños, una responsabilidad que la hace tener en cuenta por sus semejantes… Para agradecerle esta situación acomodada, Diouana le ofrece una máscara tradicional a su jefa. Por petición de sus patrones, Diouana acepta con júbilo acompañarlos a Antibes para las vacaciones. En Francia, las cosas cambian. Diouana se ve en la ... [+]
7 de abril de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sembene nos ofrece con "La noir de..." una lección magistral de la ideas post-coloniales propuestas por críticos como Homi Bhabha. Recuerdo: la colonización de un pueblo no es solo su supeditación a una potencia extranjera, sino la imposición de un modelo de vida, de un código de validación. El colonizado no solo no tiene control sobre su destino, sino que impone una estructura de poder, una cosmovisión, un ideal. Imposibilitado para ofrecer su propio rostro (incomprensible para el colonizador para quien el colonizado no puede tener rostro humano), éste solo alcanza a ser comprendido como puro exotismo, un esteotipo, una máscara.
El extranjero llega y lo primero que hace es exotizar, diferenciar, disfrazar, mitificar o animalizar. El colonizado es "el otro" por definición. Su elección trágica bascula entre el esforzarse por ser como su dueño o asumir su arrinconamiento. Para hacerse oír ha de remedar al colonizado: vestir sus ropas, aprender su lengua, asumir su religión. Pero parecerse no es ser. La imitación nunca podrá completarse, puesto que nunca será el 'blanco', el 'colonizador', el 'poderoso'. Es solo el comediante de una tragedia burlesca.
Sembene nos da una conmovedora lección que nos acerca a la ideas que acabo de exponer. Como bien señala mi buen compañero, "Maldito Bastardo", la historia nos acerca al drama de Diouana, una joven senegalesa que seducida por la oferta de empleo de su señora francesa, decide hacer las maletas y buscar fortuna en Francia.
Sutilmente, mediante símbolos y flash backs, el director va construyendo los antecedentes de la protagonista, desmenuzando su mensaje alegórico, insistiendo en guiños a la historia política (banderas, referencias a Sedar Senghor). Diuoana se va articulando progresivamente, dejando de ser un mero personaje para representar la suerte de un país, de un continente que mira en Europa, en sus modas y gestos, el modelo a seguir. Atraída por la luz deslumbrante de la metrópolis, Diouana no calcula que su papel como institutriz en Dakar, no puede encontrar un paralelo en Francia. Esa familia que parecía pudiente en Senegal, no es sino una modesta, aburrida, vulgar clase media europea. Allí, ella no puede ser sino la esclava exótica, "la noire de..." (la negra de...).
Y cuál es el destino de Diouane. Qué puede hacer aquella que no existe. Qué puede decir aquella que no tiene voz, que es como animal de feria que se muestra para las visitas. Lo único que puede hacer es enarbolar su silencio.
(Sigue en spoiler)
El extranjero llega y lo primero que hace es exotizar, diferenciar, disfrazar, mitificar o animalizar. El colonizado es "el otro" por definición. Su elección trágica bascula entre el esforzarse por ser como su dueño o asumir su arrinconamiento. Para hacerse oír ha de remedar al colonizado: vestir sus ropas, aprender su lengua, asumir su religión. Pero parecerse no es ser. La imitación nunca podrá completarse, puesto que nunca será el 'blanco', el 'colonizador', el 'poderoso'. Es solo el comediante de una tragedia burlesca.
Sembene nos da una conmovedora lección que nos acerca a la ideas que acabo de exponer. Como bien señala mi buen compañero, "Maldito Bastardo", la historia nos acerca al drama de Diouana, una joven senegalesa que seducida por la oferta de empleo de su señora francesa, decide hacer las maletas y buscar fortuna en Francia.
Sutilmente, mediante símbolos y flash backs, el director va construyendo los antecedentes de la protagonista, desmenuzando su mensaje alegórico, insistiendo en guiños a la historia política (banderas, referencias a Sedar Senghor). Diuoana se va articulando progresivamente, dejando de ser un mero personaje para representar la suerte de un país, de un continente que mira en Europa, en sus modas y gestos, el modelo a seguir. Atraída por la luz deslumbrante de la metrópolis, Diouana no calcula que su papel como institutriz en Dakar, no puede encontrar un paralelo en Francia. Esa familia que parecía pudiente en Senegal, no es sino una modesta, aburrida, vulgar clase media europea. Allí, ella no puede ser sino la esclava exótica, "la noire de..." (la negra de...).
Y cuál es el destino de Diouane. Qué puede hacer aquella que no existe. Qué puede decir aquella que no tiene voz, que es como animal de feria que se muestra para las visitas. Lo único que puede hacer es enarbolar su silencio.
(Sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La escena final es de una tremenda fuerza. El señorito francés siente complejo de culpa por el destino de Diouane. Va a Dakar para saldar las cuentas de su conciencia. Buscar a la madre de su criada para pagarle con billetes de su patria poderosa cuanto debe a la familia. La madre, por supuesto, no acepta. No es el único gesto de individualidad. En el ínterin, el joven al que vimos al comienzo ha descubierto la máscara africana que Diouane diera como regalo a sus dueños. El chico se coloca la máscara, esa máscara que es tanto memoria de sus raíces, como forma exotizadora y que ahora deviene gesto de independencia.
La máscara es ahora un recuerdo de la culpa, un espejo de la crueldad del colonizador, un testimonio ineludible. El señorito francés huye en su avión. El niño se quita la máscara, mostrándonos su rostro y su llanto.
Sus lágrimas son las de un pueblo que para hacerse ver ha aceptado el gesto grotesco al que lo redujera el colonizador. Son el llanto inescuchado de un pueblo que se rebela.
Sembene, con su traición de la nouvelle vague, hace algo semejante. Se viste con los trajes de la cultura hegemónica para tirar por tierra sus cimientos, para mostrar su podredumbre e incrustar en la conciencia pequeño-burguesa la conciencia de la culpa.
Esa secuencia final es posiblemente el más bello alegato fílmico contra el colonialismo. Maravillosa
Enlace recomendado: http://sensesofcinema.com/2002/cteq/black_girl/
La máscara es ahora un recuerdo de la culpa, un espejo de la crueldad del colonizador, un testimonio ineludible. El señorito francés huye en su avión. El niño se quita la máscara, mostrándonos su rostro y su llanto.
Sus lágrimas son las de un pueblo que para hacerse ver ha aceptado el gesto grotesco al que lo redujera el colonizador. Son el llanto inescuchado de un pueblo que se rebela.
Sembene, con su traición de la nouvelle vague, hace algo semejante. Se viste con los trajes de la cultura hegemónica para tirar por tierra sus cimientos, para mostrar su podredumbre e incrustar en la conciencia pequeño-burguesa la conciencia de la culpa.
Esa secuencia final es posiblemente el más bello alegato fílmico contra el colonialismo. Maravillosa
Enlace recomendado: http://sensesofcinema.com/2002/cteq/black_girl/