A Tourneur le basta una historia de lo más normalita y un presupuesto de lo más ajustado (se trata de una película prácticamente de serie "B") para, un vez más, dar una lección de cine de quitarse el sombrero.
Este hombre tenía algo mágico e impregnaba, no sé como, de esa magia a la mayoría de sus películas. Este thriller con ribetes de cine negro es otro magnífico ejemplo.
Esta es otra historia más de un falso culpable que, con ayuda de "la chica", lucha contra los elementos y contra "los malos"para demostrar su inocencia. ¿Nos acordamos de Hitchcock? Pues bien, nada que ver con "el mago del suspense". Este es otro tipo de "magia" que, al igual que la de Don Alfredo, es sencillamente irrepetible.