Lo que yo vi en los cines Guridi de Vitoria no era una película. Era un DVD. Normal que la proyección fuera un poco chunga porque es difícil adaptar un formato 4:3 a las dimensiones de pantalla de cine, por no hablar de la insoportable estridencia del sonido. Esto sólo me había pasado antes con "Saraband" de Bergman y sencillamente, me parece un completo sacrilegio. Por problemas de distribución que pueda tener una peli no se puede recurrir a la chapuza de proyectar un DVD ¡en sala de cine!.
La peli en sí es de un admirable voluntarismo, pero la idea y el planteamiento no dan para más de un cortometraje. Pese a los pocos medios supuestamente disponibles se ha derrochado minutaje (aunque dure poco más de una hora) y esfuerzo humano. Nada que objetar en el aspecto técnico: hay hechuras de muy buen director en cuestiones como la iluminación, la planificación... se nota que "Gritos en el pasillo" lleva un story curradísimo. La dirección artística tiene unos cuantos detalles muy chuscos pero entronizarla a la altura de Tim Burton me parece demasiado.
Los personajes... pues son cacahuetes. La gracia dura lo que dura una bolsa de los susodichos. Hay un tratamiento "cacahuetil" del lenguaje y la historia que resulta divertido a medias, seguramente porque no puede dar mucho más de sí. Especialmente pobre resulta una faceta tan importante en las películas de animación como es el doblaje, donde queda muy a las claras el amateurismo de por lo menos la mitad del plantel.
La historia-parodia de las pelis de terror tiene un problema: una peli como ésta sólo puedes tomartela a risa de principio a fin. Lo que pasa es que el director parece no tomarsela verdaderamente a risa hasta los últimos veinte minutos y para entonces el espectador medio o permanece fascinado o completamente abrasado.
Considerar "Gritos en el pasillo" la gran esperanza de la animación española es todo un insulto para gente que está haciendo cosas muy interesantes, tanto en el campo de 2-D como del 3-D. Hay apuestas empresariales muy fuertes en este sentido y empresas de auténtico garaje que han sacado cosas muy dignas. Ya no vale aferrarse a la típica excusa de la escasez de medios. Basta un ordenador e imaginación para hacer auténticas maravillas.
No me cuesta nada subir al camarote, desenpolvar el Belén, cargar la batería de mi cámara digital y rodar una parodia bélica en la que pastorcillos y Reyes Magos impiden que un madelman de los cuerpos especiales asalte el Portal. Luego todo es promoción.