El comienzo es estupendo y la trama del hombre borracho también es muy buena. Rachel Weisz presenta un gran estilo, pero con su entrada la película se viene abajo, se vuelve más histriónica y exagerada, al igual que el propio personaje. El de Natalie Portman tampoco es muy bueno, y haciendo referencia a lo que manifiesto en el título, tenemos un par de manos filmadas con poca emoción; la película apenas presta atención a la mecánica y se centra en jugar con la cámara, haciendo uso de multitud de travellings, zooms, primeros planos y cascadas de planos para un montaje rápido y nervioso, que pretende resultar moderno y vistoso pero que en mi caso produce el efecto contrario.