Pero si hay algo bueno que tiene esta cinta es el cambio que vemos producirse en el protagonista, al que se le ve después del asesinato como a un hombre más apuesto y decidido. Ya no es el marido inseguro que trata de llamar la atención de su mujer como un niño pequeño sino que su presencia se asemeja más a la de un caballero sofisticado, eso la mujer lo nota y lo aprecia (vuelve a aceptar a su marido e incluso está decidida a olvidar que éste haya matado a su amante, eso lo vemos cuando decide quemar la foto del difunto que encontró en su chaqueta), aunque de forma irracional, en lo recóndito de sus adentros se imagine desde demasiado pronto que la causa de la repentina desaparición de su amante se deba a su marido). Esa sutileza, con la perspectiva de habiendo finalizado el visionado también suma puntos. El cierre supone otro tanto a favor: bastante acertado, elegante, misterioso pero revelador a la vez.