Serie corta de solo seis episodios que aúna música y drama con elementos de fantasía. Vaya, lo tiene todo, ¿verdad? Pues no.

Hay que decir que sin lugar a dudas es un producto agradable, como suele ser habitual. Todo está lleno de amabilidad, de buenos propósitos, de un diseño colorido y colorista y unos actores en teoría atractivos, muy ideales. «El sonido de la magia» en realidad contaba con todo a favor, pero de nuevo parece que las productoras surcoreanas no se atreven a hacer las cosas con valentía, tomar cierto riesgo.

Una cosa incomprensible y que supone un hándicap en la historia es la reacción de la protagonista, Ah-yi, ante los acontecimientos. Esta chica tiene dieciséis años, se encuentra sola y prácticamente abandonada (otra vez el cliché rocambolesco de padre con deudas que, claro, desaparece y deja tiradas a sus hijas sin que le importe los problemas que pueden llegar a tener… Pero luego nos queremos mucho); está sin dinero, bajo amenazas y sufre hasta acoso. En estas circunstancias, aparece un tipo apuesto que la ayuda y que además demuestra tener unos poderes extraordinarios. ¿Cómo esperamos que Ah-yi se tome todo esto? Porque no sé vosotros, pero yo estaría alucinando por completo, querría una explicación, hablaría de ello, preguntaría, indagaría.

Pues Ah-yi no. Ah-yi se queda tan pancha en una de las peores muestras de incredulidad que recuerde. Es que flipa porque hace aparecer una rosa y no porque la lleva volando por los aires. ¿Cómo interpreta la chavala lo que está pasando? No puede ser que no lo crea, primero; y que, si lo cree, esté tan impertérrita. Media serie para que crea en la magia. Vamos, por favor… ¡Es evidente que es mago!

Luego sufrimos la decepción, porque resuelto el misterio, que es casi inexistente, ves que la magia no aporta nada pero es que el papel de la chica aporta aún menos. Junto con Il-deung, el amigo estudiante, podrían haber hecho una pareja curiosa e interesante, pero el romance está tan metido a la fuerza que termina desapareciendo y el personaje de Il-deung, otro tanto, cuando realmente debería haber sido el protagonista, vista su historia. El final te sabe a poco, el desenlace es prosaico al máximo y el mago tiene una historia que no explica nada.

La crítica a las imposiciones sociales tiene parte de verdad pero ojo con pensar que la libertad en sí misma te va a llevar inevitablemente a ser feliz, porque no es así. La capacidad de decidir tu propio destino también requiere de principios, ideas y reglas válidas donde esa libertad se potencia y no te destruya.

Desaprovechada.