No quiero ser mala, no quiero ser mala... ¡pero es que me asalta la duda! Será que la actriz lo hace de maravilla, seguro, pero una no puede dejar de preguntarse, medio en broma medio en serio, si Forlani tiene que meterse mucho en el papel para interpretar a una completa enamorada de Brad Pritt. Si es que las caras que pone cuando dice frases tipo «Estás increíblemente sexy entre la multitud» parecen que le vienen del fondo del alma.

Cosa que no le ocurre a Pitt. No tengo nada en su contra desde que le vi en «Troya», pero, por favor, debería disimular un poco más la pose de «mírame-que-guapo-soy» y «me-quiero-a-mi-mismo». Me parece muy bien que luzcan a los actores bellos; de hecho, estoy completamente de acuerdo. Sólo pido que se haga con algo más de sustancia, de contención, de talento y, por supuesto, aportando también una buena interpretación. A mi no me ha gustado nada ni Brad Pitt ni su personaje de la Muerte. Es que resultaba hasta irritante, con tanto silencio... con tanto pavo encima, hombre.

Además, la historia... en fin, la historia es planísima, sosa e incomprensiblemente larga. Sé que es difícil construir una trama creíble partiendo de un hecho sobrenatural, pero hacer algo tan, tan inverosímil y, por momentos, estúpido, es lo que no puede pasarse por alto. Y ya el final es la repera: esa marcha hacia el horizonte de los dos personajes... ¿qué sentido tiene? ¿Dónde puñetas vas a morirte? ¿En medio del campo?

Algo muy bueno que tiene es el reparto. A mi, por ejemplo, quien más me interesaba era Anthony Hopkins, que destaca inevitablemente en cualqueir situación. Los muy, muy, muy, muy románticos puede que la disfruten, no lo sé, porque a mi no me parece romántica en absoluto, pero vista la nota de la página, a alguien tendrá que gustarle. A mi, desde luego, no.