Hay que estar muy, muy enfermo y tener una moral deplorable para querer asesinar a una belleza tan impresionante como es Sharon Stone. Siempre me reitero en mis alabanzas a la Stone, porque la belleza hay que admirarla independientemente de gustos sexuales, y más aún si Wes Craven empieza a provocar introduciendo esos sueños con íncubos que le ordenan a la pobrecita de Lana, tumbada en su lecho, que abra la boca. Mirad el póster de la película, miradlo.

«Bendición mortal» no despierta entre los espectadores demasiadas simpatías pero en lo personal he de admitir que me ha dado un montón repullos. Sí, los repullos no equivalen a producir miedo, que de hecho la película no da, pero de todos modos se lo valoro porque a estas alturas que te pillen desprevenido es un punto a favor. Además, la historia es de lo más intrigante, puede que no del todo sorprendente, aunque sin duda misteriosa, lo suficiente como para que te intereses por la trama y le andes dando vueltas a las distintas posibilidades. No es menos cierto que se agradecería que el guión aclarase algunos aspectos relacionados con el íncubo, si bien la historia puede reconstruirse con bastante coherencia.

Tiene un bajón de fuerza y ritmo a mitad de película, y tanta chica joven y guapa por ahí le infiere a la cinta un aire erótico-pulp que posiblemente sea un handicap irrecuperable. Una graciosa rareza.