Se me ha ocurrido que existe un tipo de anime hecho para hombres que podríamos llamar «anime onanista». No hace falta que dé más explicaciones al respecto.

¿Por qué lo digo? Pues porque hay productos como «Magical Sempai» que parece que tienen como único propósito excitar sexualmente a los espectadores, no lo disimulan. Vamos, es que va de eso. Los capítulos concatenan historias cortas en las que predomina el humor y el ecchi, quizá también un poco de amor, que eso siempre queda bien. Los primeros episodios creo que son los más divertidos, con un par de cosas me reí de lo lindo, pero a medida que el anime avanza me hace menos gracia, no sé si porque ya las gracietas se vuelven previsibles o por la inclusión de bromas de demasiado mal gusto. Especialmente desagradable el maldito siscon de las narices con la hermana buenorra enamorada del hermano mayor; es verdad que tal y como se plantea tiene un punto de parodia, pero no deja de ser asqueroso.

Total, el argumento es el propio para desencadenar los momentos ecchi: un club de instituto. En este caso, un club de magia regentado por una sempai obsesionada con los trucos de magia y que tiene miedo escénico pero también pocas neuronas en la cabeza. Así, esta chica mona de busto desproporcionado será protagonista de toda clase de fantasías sexuales no pornográficas permitidas en un shonen: exhibicionismo, fetichismos, disfraces, semidesnudos, alegorías, metáforas…

Todo esto delante del protagonista, el Asistente (curioso que ni haya nombres, a quién le importa), que siente una especie de atracción/rechazo hacia su rara Sempai. Creo que este tipo de personaje se ha impuesto en una gran parte de la animación masculina: el chico pasota igualitario. Es decir: chicos sin estatus alto que no muestran un interés evidente en ninguna chica, aunque les gusten todas y puedan enamorarse de la protagonista, y que tienen una relación con las féminas de superioridad. Por ejemplo, nuestro protagonista amenaza y castiga a la Sempai si lo cree conveniente mientras ella se limita a lloriquear y a suplicar. Este esquema lo estamos viendo a diario, por desgracia.

Su parte de humor y algunos elementos amorosos la medio salvan de la quema, pero no hasta el punto de recomendarla. A no ser que quieras justo lo que ofrece, y ya sabes lo que es.