Una película valiente con un estupendo guión rodada con cámara fija en un coche como si fuese una cámara oculta. Así que simulando que todo lo que ocurre es espontáneo la cámara apenas se mueve y aunque hable el del asiento de al lado sigue enfocando a la guapa conductora.
Sin duda es un alegato a la mujer iraní, que es una ciudadana de segunda según vemos a lo largo del film. Las conversaciones que suceden en el coche nos hacen entender un poco el papel de la mujer en Irán actualmente.
La protagonista divorciada tiene un niño que está todo el rato culpándola de la separación y que algún día comprenderá, espero, que su madre es un ser libre y puede hacer con su vida lo que ella necesite para ser feliz, eso no es egoísmo sino amarse a uno mismo y los demás deben aprender a quererte también y respetar tus decisiones. La protagonista los tiene bien puestos, aunque no puede evitar sentirse culpable por su joyita de niño.
Es una película sobre perdedores, pero perder y ganar forma parte de la vida (como dicen en el film) y lo importante es no quedarse atascado en el fracaso sino aprender de él y continuar viviendo lo más feliz que sea posible.