Es lo que presumo pensaría el protagonista de esta historia (Roberto Escalada) al ver a la dama que le escribía cartas de admiración y amor (Bellísima Olga Zubarry) por primera vez en la estaciòn de tren. Es un film discreto, de tintes melancólicos y amores obsesivos, Se lucen sus dos figuras estelares. La Zubarry en él ápice de su belleza, podía perfectamente competir incluso superar a las femme fatale de Hollywood de los años 40 y 50, con el agregado de su innegable capacidad interpretativa. Escalada aporta su elegante imagen y una voz y un decir incomparables. Hay química y muchos besos entre ellos. Otro elemento de atracción es la excelente interpretación del tango Uno, a mi juicio el de más bella prosa, fruto de la inspiración del gran Enrique Santos Discepolo.