Una película que se desarrolla en la zona suroeste de Argentina, quizás en la Patagonia (rodada íntegramente en un hospital geriátrico, perfectamente mimetizada como si fuera un cuartel).
La producción cuenta con muy pocos medios, pero los exprime de una manera que consigue un producto de enorme calidad.
Se abordan temas tabúes en las sociedades de entonces (los setenta) como la homosexualidad, la objeción de conciencia, el por qué estamos aquí, y el para qué...el antimilitarismo, en una sociedad que se desmorona.
Una sociedad que por otra parte estaba siendo machacada por grupos terroristas que atentaban contra las instituciones del Estado y la población civil, como aquí en España hasta hace poco.
Es entonces cuando aparecen los cantos de sirenas de los vendepatrias y con que alguien de un paso, la masa le sigue y al final la solución es peor que el problema.
Ese es el preludio, el telón de fondo de la película, que el militarismo, la jerarquía, el miedo al mando, funcionan, y que tienen que seguir existiendo.
Evidentemente, dentro de las instituciones hay personas que luchan por que se cumpla la ley, por investigar los abusos, es la lucha entre el deber, según una forma de pensar, y el deber según otra.
Y en medio de este caos siempre, cuatro mangantes que se aprovechan.
Vamos, una buena historia, unos guionistas muy efectivos, la fotografía magnífica, mi escena favorita es cuando se produce una conversación entre el comandante que investiga y un soldado, y le cuenta una anécdota para ganarse su confianza, ese brillo de la luz en el agua, que como una aureola de dignidad envuelve al personaje.
Los diálogos, magníficos.
Las historias paralelas, tremendas, realistas....como el cine argentino.
El elenco de protagonistas y de secundarios: acertadísimos.
Muy bonita, no se la pierdan.