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Voto de Jark Prongo:
8
5,9
107
Drama
Paul es un trabajador harto de la vida que lleva. Un viernes 13, mientras ve la televisión cree ver en las noticias una señal de que debe hacer algo que rompa con su monotonía. Así, deja a su familia y marcha rumbo al monte, a vivir una experiencia cercana a la muerte. (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Houellebecq, en su vocación transmedia prolongadora y amplificadora del personaje, está empezando en los últimos años a prodigarse casi más en el cine que en la literatura. Atrás quedan sus primeros cortos, anteriores incluso a su primera novela; también parece lejano cuando le dio en bandeja a Winterbottom la injustamente abucheada Nine Songs o cuando introdujo una segunda voz narrativa en tercera persona en la notable Extension Du Domaine De La Lutte de Philippe Harel. Su autoadaptación de La Posibilidad De Una Isla mejor obviarla. Lo que sí que van ya es dos películas donde Michel, al servicio de terceros tanto en los apartados de dirección como de guión, parece quedar satisfecho con los matices que añaden a su persona, personaje y alter egos, porque el hombre se presta encantado. Y los resultados son satisfactorios. En la notabilísima El Secuestro De Michel Houellebecq el ídolo, dentro del falso documental, se convierte en un caricato de sí mismo que ni el peor de sus enemigos queriendo desacreditarle: consigue poner de los nervios a sus secuestradores a base de ser él mismo, con su sola presencia tumbado en la habitación contigua a donde los otros negocian el rescate. Michel se pasa toda la peli fumando con esa manera que tiene de agarrar los pitis que ni una nécora mandando un whatsapp, raro es el plano en el que tiene la dentadura dentro de la boca, desoye todos los consejos de Pepe Oneto sobre el correcto peinado de una cortinilla, te dice que lo importante para escribir bien es saber escuchar justo mientras te interrumpe con la frase con la que enuncia dicho consejo… pero que sea una verbena de tics de Houellebcq no quita para que también salga reivindicando a Lovecraft, Ballard y Tocqueville y concluyendo muy en serio que qué mierdas es eso de llamar democracia a la que se da de forma representativa, que democracia sólo será cuando los ciudadanos elijan las leyes que rigen todos sus marcos de convivencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En Near Death Experience, la película del afamado dúo Delépine-Kervern, Houellebecq va más lejos. Deja de interpretarse a sí mismo para adecuarse a un personaje de distinta biografía. No obstante, es una maniobra semejante a los alter egos que usa de protagonistas en sus novelas, en realidad da salida a diversas facetas e impresiones suyas. Aquí es Paul. Padre de familia ya frisando la tercera edad que trabaja de teleoperador y vive en las afueras. No especialmente huraño, de trato correcto. Un día, viendo la tele, decide mejor coger la bici e irse a dar una vuelta al campo. Aparca la bici ya en el monte y se pone a andar por ahí. Se echa un piti sobre una roca. Llega a un mirador, amaga con tirarse por el acantilado y un excursionista le chafa la idea. Se acerca a una presa, tiene ya medio cuerpo fuera de la barandilla para saltar y el paso de una familia trastoca su suicidio. Paul ni mú había dicho hasta el momento, pero ahora se inicia una verborrea mental en forma de monólogo que le lleva a reflexionar en alto sobre lo importante de no dejar a medias las empresas que te autoencomiendas, incluyendo el suicidio; admite que de no ser por sus hijos hace tiempo que esa tarea ya estaría resuelta. Pasa la noche en el campo. Sigue reflexionado. Acerca de la vejez y cómo esta aplica una suerte de obsolescencia programada sobre los seres humanos una vez superados los cincuenta años, que pasan de ser útiles a molestos; acerca de todos los cambios que han producido los avances científicos a lo largo de las últimas generaciones. Compara a sus ancestros de hace quince mil años, capaces de prender fuego sin más ayuda que sendos palos, con su inutilidad manifiesta para ello sin mechero del que ayudarse, con el percal en pleno siglo XXI. Empieza a hablarle a las hormigas ya en alto y todo, verbalizando, sin ser reflexión mental suya. Reconstruye a su esposa e hijos apilando piedras y les hace confesiones de esas que se hacen sólo cuando no hay nada que perder, que diría La Bien Querida. Ve un tronco que se bifurca hacia arriba con la forma de una mujer haciendo el pino y admite que se pone pinocho con ello. Persevera con los intentos de suicidio añadiendo giros a lo Lana Del Rey para caso de no atreverse caerse cual pato mareado. Ve a otro excursionista y se pone a jugar a las canicas con él. Sigue pensando en alto y refuta todo lo que pensaba los días anteriores, encuentra un sentido a todo lo que parecía carecer de él. Pasa de adherirse al ”mejor un padre muerto que un padre sin vida” con el que llegó al campo a hacer auto-stop para volver a casa luego de caerse por una zanja y tener una experiencia de corte místico..