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Voto de Jark Prongo:
7
4,1
36
23 de mayo de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se encontraron los monos de 2001 con Pedro Ruiz disfrazado de monolito y de ahí su salto evolutivo? Me pregunto esto cegado por la epifanía que siempre supone descubrir una película escrita, dirigida e interpretada por Don Pedro Ruiz. Y no es con vistas a hacerle de menos ni a él ni a su film: si ya topar con El Día Del Presidente en Flixolé hizo me brotase un tercer pie de la axila izquierda, ver la película me permite percibir mundos paralelos. Doy por hecho para cuando asimile el mensaje habré trascendido ya mi anacrónica forma humana.
El título ya permite fantasear con un slasher en el que el matarife no es otro que el jefe del Ejecutivo, en una brillante maniobra comercial de Pedro para con nuevas democracias todavía con ciertos dejes de tiranía en sus cargos; no cuesta imaginar a nuevos países ex soviéticos o a la totalidad del Cono Sur firmando importantes acuerdos de distribución y exhibición de esta película sólo a cuenta de la curiosidad y el capricho de sus gobernantes. Los que somos fans de toda la vida elucubramos con un ejercicio de vanguardia involuntaria similar al ejercido dos décadas después por Pedro Ruiz cuando decidió entrevistarse a si mismo: qué bonito hubiera sido ver tres horas de Pedro en plano fijo frente a un atril molesto por el brillo del millón de flashes y respondiendo la batería de preguntas que le lanzan un millón de doppelgangers.
Pero el hombre cuya web oficial hizo que Kanye West se tuviese que conformar con un mediocre www.kanyewest.com para la suya tramaba otra cosa bien distinta a las vulgares fantasías de sátrapas bananeros y fanes españoles. Pedro fue 40 años al pasado para hablarnos del ahora:
El título ya permite fantasear con un slasher en el que el matarife no es otro que el jefe del Ejecutivo, en una brillante maniobra comercial de Pedro para con nuevas democracias todavía con ciertos dejes de tiranía en sus cargos; no cuesta imaginar a nuevos países ex soviéticos o a la totalidad del Cono Sur firmando importantes acuerdos de distribución y exhibición de esta película sólo a cuenta de la curiosidad y el capricho de sus gobernantes. Los que somos fans de toda la vida elucubramos con un ejercicio de vanguardia involuntaria similar al ejercido dos décadas después por Pedro Ruiz cuando decidió entrevistarse a si mismo: qué bonito hubiera sido ver tres horas de Pedro en plano fijo frente a un atril molesto por el brillo del millón de flashes y respondiendo la batería de preguntas que le lanzan un millón de doppelgangers.
Pero el hombre cuya web oficial hizo que Kanye West se tuviese que conformar con un mediocre www.kanyewest.com para la suya tramaba otra cosa bien distinta a las vulgares fantasías de sátrapas bananeros y fanes españoles. Pedro fue 40 años al pasado para hablarnos del ahora:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
"En su trama, entre bromas y veras, se presagia el golpe de estado del 23-F y algunos otros asuntos que posteriormente afloraron".
Esto se dice en el dominio digital http://pedro-ruiz.com/ sobre la película, y no es cierto del todo por la sencilla razón que peca de humilde. El Día Del Presidente, además del Covid19 y la alopecia de C. Tangana, predijo muchas otras cuestiones con 40 años de antelación:
-El absoluto amaño de las predicciones macroeconómicas: con una sencilla escena Pedro muestra a un señor discutiendo con otro sobre la necesidad de multiplicar agregados macroeconómicos por el cociente de otros pero siempre teniendo en cuenta coeficientes de fantasía que hay que pasar a escala amperio luego de convertirlos a ohmios/litro. Quien se sonría en su desconocimiento de cómo funcionan estos percales que eche un vistazo a auténticas maravillas tales que el índice de Libertad Económica que inventase FAES en su momento y tenga en cuenta no pocas consultoras y países la tienen en consideración a la hora de elaborar presupuestos o legislar.
-La bulería: dicho lo anterior en el sentido de difundir bulos, no aludiendo a David Bisbal. Ahora mismo, cuando la sobreinformación se convierte en modelo de negocio más allá de mera aberración cognitiva, cuando Ana Pastor y muchos otros buscan su nicho en la burbuja de los Masters Universitarios gracias a los postgrados de Fact Checking que ofertan a través de SLs familiares con la venia del Ministerio de Educación, no pocas escenas de la película de Pedro hablan sobre la difusión de bulos. Y llamándoles por dicho nombre, nada de la subnormalidad esa de Fake.
-La homosexualidad en las instituciones: Pedro, en los albores de nuestra democracia, habla al pueblo de la necesidad de una legislación en la que primero vaya el corazón y luego la razón. ¿Y por qué? Pues porque varios afines son lo que ahora llamamos LGBT. Y si bien él no conoce dicho acrónimo (o finge no conocerlo: no olvidemos es omnisciente) sí que sabe de lo injusto que resulta prohibir amar.
-El día a día de la política profesional: quien más y quien menos habrá pensado para sí mismo en campaña electoral que cómo puede aguantar cada uno de los candidatos a besar bebés por la mañana en Soria para por la tarde hacer cucamonas en el Hogar del Jubilado del Baix Llobregat sin echarle al café su poquito de anfetamina o aprovechar al mear para pintarse una raya como un lenguado. Pues esto Pedro lo insinúa con una escena en la que el presidente del ejecutivo conversa por teléfono con su doctor y deja entrever que va dopado hasta para hacer de vientre.
-Las Minorías: sabiendo que 40 años después de cuando pergeñó esta película las clases sociales no sólo vendrían delimitadas por el dinero y el poder sino que cualquier variable, incluso binaria, crearía una nueva realidad en la que "una persona = una minoría social" Pedro opta por insertar escenas de un humor que quizá no tenga gracia para quienes se autodenomina "normales" dentro de su heteronormatividad hegemónica opresiva, pero que para quienes va dirigido en realidad, aquellos aquejados de hipoxia cerebral, sí que será motivo de risa y entusiasmo. Un humor comprometido y valiente que no va ni de arriba a abajo ni de abajo arriba: es un humor que se asfixia por falta de riego.
Es por todo lo anterior que esta película, plagiada por Aaron Sorkin para El Ala Oeste de la Casa Blanca y Armando Ianucci para The Thick Of It y Veep, debería ser vista.
Esto se dice en el dominio digital http://pedro-ruiz.com/ sobre la película, y no es cierto del todo por la sencilla razón que peca de humilde. El Día Del Presidente, además del Covid19 y la alopecia de C. Tangana, predijo muchas otras cuestiones con 40 años de antelación:
-El absoluto amaño de las predicciones macroeconómicas: con una sencilla escena Pedro muestra a un señor discutiendo con otro sobre la necesidad de multiplicar agregados macroeconómicos por el cociente de otros pero siempre teniendo en cuenta coeficientes de fantasía que hay que pasar a escala amperio luego de convertirlos a ohmios/litro. Quien se sonría en su desconocimiento de cómo funcionan estos percales que eche un vistazo a auténticas maravillas tales que el índice de Libertad Económica que inventase FAES en su momento y tenga en cuenta no pocas consultoras y países la tienen en consideración a la hora de elaborar presupuestos o legislar.
-La bulería: dicho lo anterior en el sentido de difundir bulos, no aludiendo a David Bisbal. Ahora mismo, cuando la sobreinformación se convierte en modelo de negocio más allá de mera aberración cognitiva, cuando Ana Pastor y muchos otros buscan su nicho en la burbuja de los Masters Universitarios gracias a los postgrados de Fact Checking que ofertan a través de SLs familiares con la venia del Ministerio de Educación, no pocas escenas de la película de Pedro hablan sobre la difusión de bulos. Y llamándoles por dicho nombre, nada de la subnormalidad esa de Fake.
-La homosexualidad en las instituciones: Pedro, en los albores de nuestra democracia, habla al pueblo de la necesidad de una legislación en la que primero vaya el corazón y luego la razón. ¿Y por qué? Pues porque varios afines son lo que ahora llamamos LGBT. Y si bien él no conoce dicho acrónimo (o finge no conocerlo: no olvidemos es omnisciente) sí que sabe de lo injusto que resulta prohibir amar.
-El día a día de la política profesional: quien más y quien menos habrá pensado para sí mismo en campaña electoral que cómo puede aguantar cada uno de los candidatos a besar bebés por la mañana en Soria para por la tarde hacer cucamonas en el Hogar del Jubilado del Baix Llobregat sin echarle al café su poquito de anfetamina o aprovechar al mear para pintarse una raya como un lenguado. Pues esto Pedro lo insinúa con una escena en la que el presidente del ejecutivo conversa por teléfono con su doctor y deja entrever que va dopado hasta para hacer de vientre.
-Las Minorías: sabiendo que 40 años después de cuando pergeñó esta película las clases sociales no sólo vendrían delimitadas por el dinero y el poder sino que cualquier variable, incluso binaria, crearía una nueva realidad en la que "una persona = una minoría social" Pedro opta por insertar escenas de un humor que quizá no tenga gracia para quienes se autodenomina "normales" dentro de su heteronormatividad hegemónica opresiva, pero que para quienes va dirigido en realidad, aquellos aquejados de hipoxia cerebral, sí que será motivo de risa y entusiasmo. Un humor comprometido y valiente que no va ni de arriba a abajo ni de abajo arriba: es un humor que se asfixia por falta de riego.
Es por todo lo anterior que esta película, plagiada por Aaron Sorkin para El Ala Oeste de la Casa Blanca y Armando Ianucci para The Thick Of It y Veep, debería ser vista.