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Voto de Jark Prongo:
6
Terror. Comedia
Octubre de 1990: los alemanes celebran la Reunificación ante la Puerta de Brandeburgo, en Berlín. El presidente de la República Federal de Alemania habla de unidad y libertad. Mientras tanto Clara (Karina Fallenstein), una joven, asesina a su pareja con un cuchillo y huye atravesando las últimas tropas fronterizas, logrando llegar al Oeste. Allí, una familia de carniceros se benefician de la apertura de las fronteras a su manera: ... [+]
6 de septiembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
”Rudi says "we've got to get wise and we've got to get armed".
It´s a surveillance state operation. Rich kid with a gun”
Baader Meinhof, Luke Haines
A Christoph Schlingensief se le enmarcó en aquella infamia del Ultragore Alemán allá por los noventa cuando desde el 2000 Maníacos y otros fanzines se hicieron eco de las patochadas de Andreas Schnaas, Olaf Ittenbach y demás zotes del cine. Por no tener ni siquiera tenía que ver con el único válido de aquella avanzadilla, Jörg Buttgereit. Schlingensief realmente era un tío más próximo en intenciones al inigualable RW Fassbinder y encima capaz de desligarse de la teatralidad formal y de puesta en escena de éste para irse al trash, a la zurraspa, al pus y a la costra; que el medio fuese pustular y aberrante a Christoph le era indiferente siempre y cuando eso sirviese para amplificar el alcance del canal haciendo llegar a cuanta más gente mejor su mensaje. Mensaje que no era muy diferente a las denuncias que no se cansó de ejercer Fassbinder sobre sus compatriotas, solo que expuesto a lo chocarrero y ya en la última etapa, cuando le dejaron inmiscuirse en el medio televisivo, no demasiado lejano en forma y fondo a la labor de Chris Morris en la TV británica: demoliendo tabúes a base de tener juicios día sí día también por llamar racistas a sus paisanos y recordar el no tan lejano pasado nazi de un amplio porcentaje de cargos institucionales de relevancia.
En La Matanza Alemana Schlingensief toma uno de los máximos referentes del cine de horror moderno para subvertirlo con una explícita lectura política. Más que explícita subrayada: la unificación de las dos alemanias es un circo urdido para que el Oeste exprima al Este, para que esos últimos reductos comunistas de la III Guera Mundial aka Guerra Fría pasen de ser meras cifras en el cómputo de víctimas a potenciales mejoras de los beneficios de los de siempre, que fabrican carne con ellos para venderla. Del tanto tienes tanto vales se pasa al tanto pesas tantas salchichas podremos elaborar al reducirte a pulpa, pobre de mierda. Y nadie se salva de la crítica, porque la primera en alzar un cuchillo es, precisamente, una ciudadana del Este. Cuaja en ella toda la propaganda de una vida mejor y nada mas caer el muro mata a su pareja para irse a lo que prometía ser una vida de bonanza.
It´s a surveillance state operation. Rich kid with a gun”
Baader Meinhof, Luke Haines
A Christoph Schlingensief se le enmarcó en aquella infamia del Ultragore Alemán allá por los noventa cuando desde el 2000 Maníacos y otros fanzines se hicieron eco de las patochadas de Andreas Schnaas, Olaf Ittenbach y demás zotes del cine. Por no tener ni siquiera tenía que ver con el único válido de aquella avanzadilla, Jörg Buttgereit. Schlingensief realmente era un tío más próximo en intenciones al inigualable RW Fassbinder y encima capaz de desligarse de la teatralidad formal y de puesta en escena de éste para irse al trash, a la zurraspa, al pus y a la costra; que el medio fuese pustular y aberrante a Christoph le era indiferente siempre y cuando eso sirviese para amplificar el alcance del canal haciendo llegar a cuanta más gente mejor su mensaje. Mensaje que no era muy diferente a las denuncias que no se cansó de ejercer Fassbinder sobre sus compatriotas, solo que expuesto a lo chocarrero y ya en la última etapa, cuando le dejaron inmiscuirse en el medio televisivo, no demasiado lejano en forma y fondo a la labor de Chris Morris en la TV británica: demoliendo tabúes a base de tener juicios día sí día también por llamar racistas a sus paisanos y recordar el no tan lejano pasado nazi de un amplio porcentaje de cargos institucionales de relevancia.
En La Matanza Alemana Schlingensief toma uno de los máximos referentes del cine de horror moderno para subvertirlo con una explícita lectura política. Más que explícita subrayada: la unificación de las dos alemanias es un circo urdido para que el Oeste exprima al Este, para que esos últimos reductos comunistas de la III Guera Mundial aka Guerra Fría pasen de ser meras cifras en el cómputo de víctimas a potenciales mejoras de los beneficios de los de siempre, que fabrican carne con ellos para venderla. Del tanto tienes tanto vales se pasa al tanto pesas tantas salchichas podremos elaborar al reducirte a pulpa, pobre de mierda. Y nadie se salva de la crítica, porque la primera en alzar un cuchillo es, precisamente, una ciudadana del Este. Cuaja en ella toda la propaganda de una vida mejor y nada mas caer el muro mata a su pareja para irse a lo que prometía ser una vida de bonanza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La Matanza Alemana no es ni de lejos la mejor película de Schlingensief, eso lo dirimirá el desenlace del empate técnico entre la muy Derek Jarman Egomania (con Tilda Swinton, por aquella época novia suya) y United Trash, un desmadre que vendría a ser qué pasaría si Nick Zedd y John Waters hiciesen un remake de Los Dioses Deben De Estar Locos cuyo principal y único objetivo fuese ofender a cuanta más gente mejor. Eso sí, siendo el centro de la esencial Trilogía Alemana conformada por Los ÚltImos Días De Hitler, ésta y Terror 2000, trilogía cuya intención de base es recordarle al pueblo alemán una serie de cosas del nivel de las que exponía Fassbinder en La Tercera Generación, actúa como nexo fundamental de tres films en su conjunto notables, por momentos sobresalientes y que sirven de gran ejemplo sobre cómo hacer cine guerrilla y panfletario sin aburrir ni ser un turras de la vida: rodeado en todo momento de allegados a Fassbinder -como el gran Volker Spengler- y siempre con la agradecida presencia de Udo Kier viendo esta trilogía de la época de antes del cine y las cámaras digitales uno se pregunta por qué tanto bombo al low cost del ahora y olvido eterno para lo de Schlingensief. Que, además, fue un hombre defendido a matar por la gran Elfriede Jelinek y que no dejó pasar ni una ocasión de la que dispuso para reírse del pesado de Wim Wenders. Ojalá Antonio Blanco aún vivo para reivindicarle al nivel de cuando hizo La Matanza Caníbal De Los Garrulos Lisérgicos.