Después de estar 12 años sin estrenar nada (en 2009 hizo una peli que nunca se ha visto en ningún lugar), Tony Kaye, el director de la brutal 'American History X', vuelve a deleitarnos con una nueva cinta, una cinta que habla de las penurias del actual sistema educativo público americano. Para ello se rodea de un reparto de lujo que encabeza Adrien Brody, un actor con cara de palo, que por suerte aquí da bastante el pego. Lamentablemente, la cinta acaba siendo un ejercicio fallido y pretencioso que no busca más que adoctrinar.

Brody es un profesor sustituto que no pasa más de un mes en las escuelas, escuelas llenas de chicos conflictivos que atemorizan a sus profesores. Por dentro también es un hombre atormentado y al que le cuesta mucho relacionarse con los demás. Por eso, cuando recoge a una prostituta adolescente de la calle (Sami Gayle), su mundo empezará a cambiar de golpe. A grandes rasgos, éste es el argumento de la cinta, una cinta que no es más que un panfleto bienintencionado lleno de personajes planos y sin sentido (como el de mi admirada Christina Hendricks) que sólo están allí para adoctrinar al personal con frases presuntamente profundas.

De lo poco que se puede salvar de la peli es a Adrien Brody y a Sami Gayle, ya que aunque su relación esté algo cogida por los pelos, son los dos únicos personajes que imprimen algo de credibilidad. Aunque lamentablemente, personajes como el de la chica a la que le hacen bullyng se encargan de arruinar la función.

Dicen que Kaye ha tardado tanto en dirigir porque acabó hasta las narices de que Edward Norton se entrometiese en cada cosa que hacía para 'American History X', si más no, la fama le precede. No sé si el tipo quedó tocado o algo, pero al final le ha salido una cinta más parecida a la pornográfica 'Precious' que a su magistral ópera prima. Una pena.

Lo mejor: La química entre Adrien Brody y Sami Gayle.
Lo peor: El toque caduco y manipulador del conjunto.

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