La primera vez que la ví me gustó. Me gustó su inocente, obvia y tontorrona parte de desaliñada crítica (por así llamarle), me gustó que Jim Carrey no sobreactuara como nos tiene acostumbrados en múltiples ocasiones, que se contuviera, me gustaron los gags del césped y alguno más que, pese a no hacerme desternillar, lograron recordarme a aquellas comedias ochenteras donde Murray hacía las delicias de un público que adoraba la caspa sin saberlo, y me gustó, en especial, el rol de Alec Baldwin, que el tío suele impregnar la pantalla con su presencia, y ofrecer una buena réplica...

Pero la volví a ver.

No sé si es que desde entonces mis miras han cambiado mucho, pero lo que antaño me pareció una más que asequible comedia de Carrey, actor al que suelo admirar en su vertiente más dramática, pero cuya vis cómica no desprecio para nada, ahora se tornaba una deslavazada, hastiante y fofa comedieta, de esas que ves, y al par de horas ya has olvidado, y a una buena comedia jamás le puede suceder eso. Qué digo buena... ni buena, con que sólo sea aceptable, siempre recordaré momentazos del enorme Ferrell en "Talladega Nights" o "Blides of Glory", pero de ésta "Dick y Jane", lo único que me quedan es ganas de preguntarle al director a santo de qué venía enmarañar el final como suele ser costumbre en los Thrillers de los States últimamente, aunque la única intriga al final sea para qué realizan este coñazo de Remakes que lo único que aportan son banales comentarios a las libretillas de cuatro gacetilleros mal pagados por los estudios.