Acudí al BAFF sin tener ni idea prácticamente de la mitad de films que allí se exponían, así que me vi arrastrado por unos amigos y cuando nos plantamos ante la sala, descubrí con asombro que proyectaban "A dirty carnival", así que no dudé ni un instante en sacar las entradas.
El film de Ha Yu, nos plantea de nuevo una de esas historias sobre las tríadas que tan de moda se han puesto actualmente gracias al genio de Johnnie To que con su "Election", de la cual "A dirty carnival" toma claros préstamos como su estética y su ritmo sosegado, reavivó un género que sólo Kitano había sabido profundizar años atrás gracias a films tan grandes como "Hana-bi".
Y así, el realizador coreano nos presenta una cinta repleta de reminiscencias a los trabajos ya mentados y que, ante todo, busca una mayor humanización de su figura principal, su protagonista. Una humanización que radica en exponer el padecimiento Byung-du tras esos irreflexivos actos que muchas veces conlleva una labor como la que desempeña, desembocando así en alguna redención e inhóspitas confesiones que harán del relato un intenso halo de emociones en los momentos de mayor entereza.

La ascensión del gángster es aquí una premisa que funciona con correctitud gracias a lo esquiva que se muestra la narración a determinados tópicos, como a ese traslado de controvertidas secuencias a la pantalla, haciendo de esos momentos de acción un cúmulo de crudas y angustiantes imágenes que plasman con vivacidad lo que muchas veces se pierde debido a las coreografías que buscan mayor espectáculo que otra cosa: Lo descarnado de las situaciones.
Además de ello, las continuas subtramas imprescindibles para desarrollar la principal, le van dando aire de modo que la propuesta del cineasta coreano en ningún momento llega a deshincharse ni a perder fuerza, pese a durar más de dos horas.
Los intérpretes (en especial ambos protagonistas y algún que otro secundario como ciertos miembros de la banda de Byung-du) contribuyen en este caso a dotar el trabajo de una seriedad y compostura únicas y palpables, cosa que hacen de "A dirty carnival" una película tan disfrutable como notable, siendo quizá sus peores erratas un metraje algo estirado (aunque como ya he dicho, tampoco resulta demasiado molesto el exceso del mismo), algunos detalles que no terminan de concordar relacionados con el comportamiento de ciertos personajes y un final que, aunque es del todo inverosímil, da un toque final de lo más curioso para rematar la obra.