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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
9
Western Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
29 de mayo de 2008
44 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de la vida, vamos apiñando en nuestro haber tanto gestas y hazañas, como momentos desafortunados que nos van moldeando como personas, y tras ella, estos son por los que somos recordados, ya que nos describieron y dieron los rasgos suficientes para que detrás de todo se nos distinguiera como seres únicos, con nuestras particularidades y rarezas.
Y eso es lo que hace tan descorazonadora "El hombre que mató a Liberty Valance", que esas características, esas cualidades, esos defectos no se hallan en el personaje de Stoddard, un personaje que sufrió las consecuencias de alcanzar la cima por un simple hecho, una simple leyenda que quedaría grabada en la mente de muchos, que vagaría por el mundo y seguramente le haría famoso más adelante, pero cuyo carácter nunca sería reconocido realmente, pues las variantes que suele conferir una leyenda, sólo redundan y especulan sobre como fue el héroe en cuestión, pero nunca le definen con fidelidad.

Y es que, ante todo, Stoddard era un tipo honesto, uno de esos tipos que tenía muy claros sus principios y que nunca habría renunciado a ellos, a no ser que las consecuencias lo extremasen todo. Principios que, evidentemente, quedaron a un lado tras su gesta, y lo dejaron como un títere, el instrumento de otra historia más sobre heroicidades, valientes y gente que defendía sus intereses al precio que fuera una vez agotadas todas las posibilidades, lo dejaron como un ser inanimado cuando tanta vida supo dar a todos los que le rodeaban y comprendían como atento maestro y voluntarioso ayudante en todo cuanto pudiese.

La aparición del genial Lee Marvin y el rudo John Wayne dan una fuerza irrepetible a este retrato sobre mitos que, quizá nunca habrían querido serlo tras ver qué se les venía encima, pero quizá ese sea el poder del mito, el de aplastar al individuo debajo de su historia, de su relato y hacer de él simple nada ante el que, al parecer, fue el acontecimiento de mayor importancia en su vida.
Grandine
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