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Voto de Grandine:
8
6,8
58.731
Intriga. Thriller
Después de ser secuestrado, Paul Conroy (Ryan Reynolds), contratista civil en Irak, se despierta enterrado vivo en un viejo ataúd de madera, sin más recursos que un teléfono móvil y un mechero. El teléfono podría ser el único medio que lo salvara de esa mortal pesadilla, pero la precariedad de la cobertura y la escasa batería parecen obstáculos insuperables en su lucha contra el tiempo: sólo dispone de 90 minutos para ser rescatado ... [+]
7 de octubre de 2010
27 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día hay quien opina que el cine está muriendo, y yo opino que quién lo estamos matando somos los espectadores. Ahora, al presentar un trabajo, parece que no pueda ser demasiado retorcido o simplificado, que cuanto más adulteramiento conlleve el propio relato, más agradecido será para el espectador. El happy end, por ende, es más vigente que nunca: mucha gente ya no busca ir al cine a contemplar desgracias ajenas, ni a ver como las cosas se le tuercen al heroe y éste termina cayendo. Y ello lo atestiguan múltiples obras que, sin ser mejores o peores (simplemente, su calidad decrece) que otras, saben que tecla pulsar. Podría ser el caso de una de las últimas galardonadas con el Oscar, "Slumdog Millionaire", que tras un tramo digno de bien pocos (que a muchos recordó a la cruda "Ciudad de Dios"), se desentendía con un segundo tramo indigno, pero eso sí, un segundo tramo que a buen seguro le consiguió todos esos premios y loas, puesto que aparta todo aquello que ya no cuaja, que no tiene cabida.
"Buried", sin embargo, no contiene adulteramiento de ningún tipo: lo que se supone debe hallarse en pantalla, es lo que hay, y nada más. No se recurre a métodos que cualquiera contemplaría de buenas a primeras para despejar el relato con flashbacks en pro de un dramatismo o unas explicaciones que resultarían mucho más visuales. Todas las herramientas para ello se encuentran dentro de ese ataud. No es necesario salir de él para que conozcamos pasado y presente de ese personaje. En un sólo tablón se encuentra todo, desde sus filias y sus fobias, hasta sus dudas más emergentes, en forma de mina rascada contra un pedazo de madera.
Al otro lado de ese tablón, el eje principal sobre el que viran muchas de las aspiraciones del film de Cortés, que no es otro que su personaje. Un personaje que mediando esos números anotados nos transporta a un recital de sensaciones que, lógico o ilógico, se presenta en su más puro estado para dar paso a momentos de un potente dramatismo o de una agonía cuasi inhumana. Pero no nos engañemos, ¿qué es lógico o ilógico en una situación así? Esas consideraciones quedan inmediatamente apartadas de un zarpazo cuando, al observar las dudas, el protagonista nos transporta a su interior sin prudencia ni premeditación, palabras que, de un modo u otro, quedarían alejadas de una situación como la vivida. Puesto que las decisiones de Paul Conroy parten de la desesperación, de la agonía y de las dudas por saber si podrá despedirse de quien ama en un momento de flaqueza, o conocer las intenciones de su supuesto rescatador. [ ... ]
(Sigue en el Spoiler)
"Buried", sin embargo, no contiene adulteramiento de ningún tipo: lo que se supone debe hallarse en pantalla, es lo que hay, y nada más. No se recurre a métodos que cualquiera contemplaría de buenas a primeras para despejar el relato con flashbacks en pro de un dramatismo o unas explicaciones que resultarían mucho más visuales. Todas las herramientas para ello se encuentran dentro de ese ataud. No es necesario salir de él para que conozcamos pasado y presente de ese personaje. En un sólo tablón se encuentra todo, desde sus filias y sus fobias, hasta sus dudas más emergentes, en forma de mina rascada contra un pedazo de madera.
Al otro lado de ese tablón, el eje principal sobre el que viran muchas de las aspiraciones del film de Cortés, que no es otro que su personaje. Un personaje que mediando esos números anotados nos transporta a un recital de sensaciones que, lógico o ilógico, se presenta en su más puro estado para dar paso a momentos de un potente dramatismo o de una agonía cuasi inhumana. Pero no nos engañemos, ¿qué es lógico o ilógico en una situación así? Esas consideraciones quedan inmediatamente apartadas de un zarpazo cuando, al observar las dudas, el protagonista nos transporta a su interior sin prudencia ni premeditación, palabras que, de un modo u otro, quedarían alejadas de una situación como la vivida. Puesto que las decisiones de Paul Conroy parten de la desesperación, de la agonía y de las dudas por saber si podrá despedirse de quien ama en un momento de flaqueza, o conocer las intenciones de su supuesto rescatador. [ ... ]
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
[ ... ] Un rescatador cuyas últimas palabras reabren otra de las claves del film: su mensaje. Mensaje que, partiendo de una base simple, no hace más que remarcar el tono de la obra. Las conclusiones que deja son tan rasas como frontales, y lejos de querer retorcer o adulterar ese discurso, Cortés lo compacta en situaciones que, de tan sencillas, se caen por obvias, pero de tan obvias, abren un camino mucho menos cerebral a "Buried" que es, precisamente, lo último que podría buscar, intentando palpar la emoción, otorgar al espectador falsas pistas para empantanarlo todo. Lo único que se le puede achacar a un mensaje así es que, en ocasiones, resulte forzado y parezca construido a trancas y barrancas, sin embargo, cuando uno conoce que algo tan crudo, tan jodido, sólo podría ser cierto, aparta cualquier otra consideración y deja que el marco se siga llenando de sensaciones tan variopintas como viscerales.
Ese abanico de sensaciones, que nos lleva desde el desequilibrio hasta la desesperación, es empuñado por Ryan Reynolds con energía, un Reynolds que demuestra aquí que, si lo desea, puede resultar un actor competente, y que consigue convencer a un espectador escéptico que termina recordando cada pequeño detalle de la vida de un personaje que empezó no siendo más que un rostro con algo de lumbre. Un rostro que queda cubierto en un clímax final como hace tiempo no recuerdo no sólo en el cine español, sino en el cine en general. Ese clímax que deja al destape el talento de Rodrigo Cortés, y entierra uno de esos estigmas del cine español definitivamente: se puede hacer cine de género en este país, siendo su calidad proporcionalmente inversa al riesgo de la propuesta. Y que así siga siendo.
Ese abanico de sensaciones, que nos lleva desde el desequilibrio hasta la desesperación, es empuñado por Ryan Reynolds con energía, un Reynolds que demuestra aquí que, si lo desea, puede resultar un actor competente, y que consigue convencer a un espectador escéptico que termina recordando cada pequeño detalle de la vida de un personaje que empezó no siendo más que un rostro con algo de lumbre. Un rostro que queda cubierto en un clímax final como hace tiempo no recuerdo no sólo en el cine español, sino en el cine en general. Ese clímax que deja al destape el talento de Rodrigo Cortés, y entierra uno de esos estigmas del cine español definitivamente: se puede hacer cine de género en este país, siendo su calidad proporcionalmente inversa al riesgo de la propuesta. Y que así siga siendo.