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Voto de Grandine:
9
9 de mayo de 2009
33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace aproximadamente dos años, tuve mi (hasta ahora) único acercamiento al cine de Hartley. La casualidad se alió conmigo y me aproximé a uno de los alegatos de cine independiente norteamericano más brillantes de cuantos haya podido ver. Empecé con "Trust", y allí descubrí como el humor y la tragedia, se entremezclaban con unos tintes ácidos y tejían una hipnótica red de la que era, no difícil, sino imposible salir. Sus personajes, sus diálogos, la particularidad de sus acciones, de sus relaciones, todo era brutal en "Trust", como un aluvión de sensaciones recorriéndote el cuerpo de las que era casi imposible separarse. De ella, y en apenas un día, sonsaqué el que, posiblemente, sea uno de mis testimonios más sinceros ante un film de esas dimensiones.
Sin embargo, y pese al efecto que había surtido en mi la segunda obra de Hartley, nunca me había vuelto a aproximar a su cine: quizá era porque temía que el hechizante efecto de "Trust" se rompiera, puede que quisiera volver a acercarme a ella para cerciorarme de si lo que había observado era fruto de mi condición el día en que la vi, o de la propia fascinación con que me sacudió, probablemente nunca quise desprenderme de aquellos momentos, en los que atisbe a observar un leve reflejo de Mathew en mi, en que me sentí cautivado por Maria, pero eran tantas las dudas, y tales los miedos, que sólo ha podido suceder, en un acto impulsivo, el hecho de encontrarme con "Simple Men".
No sé yo si "Simple Men" será la cumbre del cine de Hartley, de hecho, ni siquiera podría atestiguar de que fuentes bebe, cuales son sus referencias o si, a día de hoy, mantiene intactas las cualidades que hicieron, como mínimo, de sus primeras obras un torbellino de evocación, sin embargo, lo que sí sé, es que pocas veces tiene uno la ocasión de encontrarse con un cine sentido, que huye del artificio y de la banalización, y colisiona de frente, cara a cara, con las emociones más puras que puede dejar este arte.
Así, y escogiendo otro relato donde personajes perdidos que buscan, y jamás parecen encontrar, Hartley les dota de un nuevo y sublime ejercicio de carácter: no sólo sus protagonistas, como ya sucediera en "Trust", se nos presentan con una franqueza digna de elogio, sino cada uno de sus diálogos irradian sinceridad, nos destapan sus entrañas, y desvelan su sentir como si de una rotunda declaración de intenciones se tratase, cuando no es más que una amalgama de respuestas ante esos instantes rotos, que dan forma a una vida (casi) descompuesta del todo.
(Finaliza en el Spoiler)
Sin embargo, y pese al efecto que había surtido en mi la segunda obra de Hartley, nunca me había vuelto a aproximar a su cine: quizá era porque temía que el hechizante efecto de "Trust" se rompiera, puede que quisiera volver a acercarme a ella para cerciorarme de si lo que había observado era fruto de mi condición el día en que la vi, o de la propia fascinación con que me sacudió, probablemente nunca quise desprenderme de aquellos momentos, en los que atisbe a observar un leve reflejo de Mathew en mi, en que me sentí cautivado por Maria, pero eran tantas las dudas, y tales los miedos, que sólo ha podido suceder, en un acto impulsivo, el hecho de encontrarme con "Simple Men".
No sé yo si "Simple Men" será la cumbre del cine de Hartley, de hecho, ni siquiera podría atestiguar de que fuentes bebe, cuales son sus referencias o si, a día de hoy, mantiene intactas las cualidades que hicieron, como mínimo, de sus primeras obras un torbellino de evocación, sin embargo, lo que sí sé, es que pocas veces tiene uno la ocasión de encontrarse con un cine sentido, que huye del artificio y de la banalización, y colisiona de frente, cara a cara, con las emociones más puras que puede dejar este arte.
Así, y escogiendo otro relato donde personajes perdidos que buscan, y jamás parecen encontrar, Hartley les dota de un nuevo y sublime ejercicio de carácter: no sólo sus protagonistas, como ya sucediera en "Trust", se nos presentan con una franqueza digna de elogio, sino cada uno de sus diálogos irradian sinceridad, nos destapan sus entrañas, y desvelan su sentir como si de una rotunda declaración de intenciones se tratase, cuando no es más que una amalgama de respuestas ante esos instantes rotos, que dan forma a una vida (casi) descompuesta del todo.
(Finaliza en el Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pero lo mejor, tras ese gran conjunto de virtudes que parece interminable, lo mejor, decía, es su cuasi imperceptible visión sobre el amor. Porque aquí el amor no son posturas, ni bonitos momentos confabulados gracias a una brillante fotografía y una bonita banda sonora de fondo, aquí el amor viene precedido por bofetadas, no entiende de declaraciones que suenan a falso y a hueco, no comprende situaciones empalagosas, ni da la ocasión de que, en todo ello, se esconda un pequeño resquicio para la sensiblería más pueril, porque aquí el amor es transparente. Es un beso, es una mirada, es un gesto, lejos de artimañas y tretas. ¿Y por qué? porque la vivacidad con la que dilucidan sus intenciones, en el momento idoneo, todos y cada uno de los personajes de "Simple Men" escupen con vehemencia sobre el fingimiento y el sentimentalismo barato. Porque eso jamás ha sido amor, y jamás lo será, y menos en un film de Hal Hartley.