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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
6
Fantástico Un viejo hechicero africano, representante de una tradición secreta imperante en su etnia, persigue a su hijo para destruirlo -según dice- por no respetar sus mismos preceptos religiosos. En su huida, las diversas peripecias por las que atraviesa el joven se convierten en las pruebas de un penoso proceso de maduración... (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2009
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soulyemane Cissé, lejos de una de sus primeras cintas, "Baara", donde se preocupaba más por dejar finiquitados los recovecos de su obra generando absurdas subtramas, logra con "Yeelen" una propuesta repleta de simbología y un toque místico que hace del film algo atractivo de por sí, sin necesidad de intentar incluir más elementos por el mero hecho de ofrecer algo decente.

En ella, sus primeros compases ya enganchan, y desde su pequeña introducción, hasta la presentación de personajes donde vemos a Niankoro dialogando con su madre sobre su inmediato futuro y las consecuencias que podría reportar esa huida de su padre, y al propio padre realizando un ritual para poder llegar a su hijo y, así, enfrentarse a él, son compactas y generan un interés súbito por saber en qué derivará todo y cuales serán los derroteros tomados.

La obra, a medida que avanza, no comete el error de querer salpicar su nudo con movimientos efectistas y, por contra, presenta un cúmulo de acontecimientos que nos hablan sobre la maduración espiritual de su protagonista, y de como éste comprende cuales son los asuntos que debe asumir y de que modo debe tratarlos. Así, se nos muestra el modo en que el jefe de una tribu deposita su confianza en él, para éste terminar traicionándola y cargando con su mujer por la traición a la que se ha visto sometida el propio jefe.

Sus últimos compases resultan reveladores hasta cierto punto y, cuanta más información atesoramos sobre "Yeelen", más completo parece el recorrido realizado, que deriva en esa extraña, y de una fuerza inusitada, conclusión, dejando la película varios peldaños por encima de la ya anteriormente mencionada "Baara", y no sólo por sus aspectos técnicos (de los que aquella, en mayor parte, carecía), sino por el modo de transmitir y explicitar cada uno de sus recovecos sin ser ni demasiado hermética, ni demasiado obvia, sino sencillamente conteniendo unas formas puras y muy personales.
Grandine
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