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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
3
Terror Jamie Morgan (Jim Sturgess) es un fotógrafo londinense que sufre unas terribles marcas de nacimiento en la piel de su cara, y cuya paranoia personal, en la que hace un pacto con el diablo, se fundirá con el siniestro ambiente de los arrabales de un Londres moderno y fantasmal. (FILMAFFINITY)
21 de noviembre de 2009
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que un director como Philip Ridley que debutara hace casi 20 años con la más que interesante "La piel que brilla" haya vuelto para dirigir esto. Según él, la confianza que le otorgó un actor como Jim Sturgess le dio alas para sacar adelante un proyecto en el que, en principio, no había pensado.
Sturgess, como no, le devuelve el cumplido durante todo el tiempo que el guión se lo permite y realiza una interpretación digna de elogio cuanto menos. Sin necesidad de que un personaje bien trazado en un principio, o un maquillaje bastante conseguido deban serle de mucha ayuda, Sturgess se las apaña para construir e interpretar a ese ser tan sombrío con la suficiente pericia.

El arranque, de este modo, es inmejorable: no sólo su principal intérprete logra dar la talla, sino además Ridley pone en liza a unas extrañas criaturas que empiezan a templar el ambiente bien pronto, dejando una incógnita y alguna que otra escena con la suficiente tensión tras de sí para inquietar al respetable.
El director británico usa sus mejores herramientas para desempeñar un trabajo interesante durante unos minutos que consiguen atrapar al espectador por lo curioso de su desarrollo y por saber mantener con suficiencia las virtudes que hacen de "Heartless" un film destacable en un principio.

Como tantas otras, por desgracia, "Heartless" termina hundiéndose desde el momento en que, queriéndo dar las claves de su propuesta, Ridley pasa de ser clarividente a ser directamente ridículo con el entramado, haciendo de esa especie de oráculo y las consecuencias que reporta algo a todas luces estupefactorio.
Culmina, eso sí, con un par de secuencias de lo más grandes para cualquier amante del género, pero el hecho de querer, en esa conclusión, empalmar discursos extra o otorgarle un giro, lo único que logra es embarrar todavía más la historia y dejar lo que podría haber sido un trabajo de lo más singular, en algo fallido e, incluso, realmente irrisorio cuando no debería ser así.
Grandine
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