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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
7
Serie de TV. Animación. Comedia. Infantil Serie de TV (1969-1970). 16 historias con los célebres personajes de cómic Mortadelo y Filemón: "El rancho de Oregón", "El caso del apagón", " La invitación", "Un marciano de rondón", "Carioco y su invención", "Las minas del rey Salmerón", "Gángster de ocasión", "Espías en la legión", "Agencia de información", "El jarrón de Hong-Kong", "Contra el Pisón", "Montan en avión", "Más de un ladrón", "Fugado de la prisión", "Engaño a Filemón" y ... [+]
30 de enero de 2008
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la primera palabra que me ha venido a la cabeza al recordar todos aquellos pasajes que en mi más tierna infancia me cautivaron de estos dos superagentes de la TIA, y es que servidor siempre había sido un acérrimo seguidor de esta entrañable, cómica y genial pareja concebida por el gran Ibañez.

Y eso que yo nunca había sido lector de cómics, pero esa peculiar afición comenzó en la barbería que visitaba siendo un enano, donde esperando y esperando me hallaba entre las páginas de tan magníficos personajes, pues sencillamente eran los únicos capaces de hacerme sumergir en un mundo totalmente distinto y alejado al mio durante el tiempo que estuviera esperando.

Luego empezaron a caer en mis manos, uno tras otro, desde sus inicios donde aun contaban con su propia agencia, Filemón disfrutaba de un peculiar sombrero y Mortadelo una levita más raida, hasta su ingreso en la TIA donde se toparían con El Super, el profesor Bacterio, la señorita Ofelia y un tan pequeño como encomiable elenco de secundarios que no harían más que propiciar horas de diversión a mi, por entonces, pequeñita cabeza.

Puede que las películas (creo que la serie fue la que realizó Antena 3 años más tarde) no fueran lo mismo, aunque aun conservo con anhelo algunas de las cintas VHS que me hicieron descubrirlas y gozarlas, si no tanto como los cómics, con un mínimo de atención por poder ver en movimiento a esos dos granujas que tantos buenos ratos me habían hecho pasar, y aunque quizá la animación no poseía un gran nivel, todo lo visto en pantalla desprendía un aroma fresco e intenso que les hicieron ganarse un hueco entre mis favoritas.
De hecho, aunque el material no hubiese estado ni a una cuarta parte del nivel que dió Ibañez a sus viñetas, creo que la habría seguido disfrutando de todos modos, porque por muchas trabas o defectos que pudiera hallar, allí estaban: Uno larguirucho, despistado y algo cafre, y el otro responsable, serio e irascible, y sabía que me harían pasar, de nuevo, las mejores horas de aquellos años que yo destinaba a sentarme en el sofá y ponerme a leer o ver la TV sin pensar en que vendría después.
Grandine
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