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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
6
Comedia. Drama Franka Louka es un concertista de violoncelo y profesor de renombre en la Checoslovaquia ocupada por los soviéticos. Al perder su puesto en la orquesta, no le queda más remedio que tocar en los funerales para sobrevivir. Pero ha contraído muchas deudas y no puede saldarlas. Por eso, cuando el señor Broz, el enterrador, le sugiere que resuelva sus problemas económicos casándose con una joven rusa que quiere conseguir la nacionalidad ... [+]
2 de septiembre de 2006
30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visto lo visto, a estas alturas, cuando uno se encuentra con una propuesta como Kolya, lo mínimo que puede hacer es atender, disfrutar y agradecer el esfuerzo realizado por llevarla a cabo.
Ya que, en el tercer largometraje conducido por el cineasta checo Jan Sverak, nos encontramos con unos engranajes tan simples como lúcidos, que logran aportar al espectador una buena dosis de melancolía y encanto al mismo tiempo, donde una trama sencilla funciona de modo notable gracias a los múltiples aspectos que se nos presentan en la cinta, desde las entrañables y penetrantes interpretaciones, hasta momentos de cine con mayúsculas, verdaderamente sensibles y delicados.

Sin embargo, nada funcionaría igual sin la cuidada y trabajadísima realización de Sverak, que combina a la perfección planos detalle que sugieren más que muestran, una banda sonora gratamente racionada a lo largo de toda la película, sin caer en los peores excesos sensibleros, una fotografía magníficamente manejada, en la cual ningún encuadre parece estar fuera de lugar o un tempo llevado con estabilidad y fuerza, pese a lo largo que se pueda llegar a tornar dicho trabajo en el tramo final.
Detrás de esa gran labor, también hay alguna que otra falencia, como un final que parece poco trabajado, aun y sin caer en los abusos sentimentaloides, un relato al que le falta algo más de dedicación durante ciertos puntos o algunas secuencias que no parecen tener cabida dentro de esta deliciosa historia.

Tampoco le faltan intérpretes competentes (todos cumplen su parte del compromiso con sencillez y amabilidad) y un tema, que se podría haber tratado con mas pericia, y se deja en un segundo plano, en detrimento de la historia principal.
Ojalá de vez en cuando pudiesemos contemplar y aplaudir simpáticas crónicas como esta, aunque hoy en día el cine parece más empeñado en sorprender con forzada originalidad o torpones giros que no con naturalidad y lucidez.
Un aplauso para Jan, y otro para su guionista y protagonista, que pese a no tener un gran guión, pone empeño y fuerza, obteniendo un más que encomiable resultado para los amantes del arte cinematográfico más clásico.
Grandine
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