El mundo de la prostitución se encuentra aquí reflejado con franqueza y de modo directo, de modo que "Claire Dolan" se transforma en un drama bien narrado, en el que se esquiva el efectismo, y donde en ningún momento se busca una artificiosidad o pomposidad que hiciese destacar una propuesta que no pretende ofrecer más de lo debido y resulta bastante amena, así que en plano general se agradece una cinta como ésta.

La definición del personaje, que está bien construido (es coherente en todo momento, y aunque muestra una pequeña sorpresa final, tampoco se halla ningún agravante en ésta debido a que no conocemos a grandes rasgos sus sentimientos), es bastante buena.
En ella, se describe la vida de la muchacha que da nombre al título del film, muchacha que, por otro lado, sólo mantiene una relación (con Roland, al que debe dinero, interpretado con solidez por Meaney) y cuya soledad no se llega a atisbar en ningún momento, pues Kerrigan se decanta por mostrarnos la sordidez del mundo en que vive su protagonista, en lugar de acrecentar esa sensación vacío.

Es cuando Claire Dolan conoce a Elton (al que da vida un Vincent D'Onofrio convincente), donde la cinta halla su punto de inflexión, y toda esa espiral de sexo en que vive la protagonista, se ve desplazada por el conflicto que supone haber tomado contacto con un tipo al que no quiere hablar de su situación (como es lógico, por otro lado). De este modo, y sin aprovechar demasiado esa faceta de la propuesta, cuando Elton descubra cual es la verdadera vida de Claire, será el momento en que aparezcan las susceptibilidades de él entorno al tema, para resolver con un final de lo más curioso, pero que cierra con corrección todos los filones abiertos y, pese al buen manejo de cámara (tanto encuadres como juegos con la óptica son bastante eficientes) y una banda sonora austera y bien compuesta, nunca llega a alzarse más allá de la sencillez de la propuesta. Tan sencilla como esta crítica.