De entre todas las películas que llegué a ver, probablemente "El armario del tiempo" estaría entre las mejores en dura pugna con otras tan grandes como "El conde Mácula" o "Waterloo" (aunque probablemente prefiera esta última con genial la aparición de Napoleón y la desaparición de su casaca), todo ello debido a la presentación de ese simpatiquísimo y tartamudo personaje llamado profesor Chiflágoras y, como no, de la huraña y chafardera vecina que iba espiando a nuestro dúo favorito.

El ritmo frenético impreso y el poco tiempo para presentar y atar situaciones que recordaban con genialidad a los cómics de la primera era Ibáñez y todo lo que se sucedía en ella, resultaban magníficos, y aunque la expresividad de los protagonistas resultase harto histriónica, el doblaje hacía el resto en estos particulares episodios donde bastaba con ver el tiempo y esfuerzo empleado por llevar a la pantalla televisiva las historietas de uno de los dúos más famosos de nuestra historia, y que más ratos nos ha amenizado durante mucho tiempo.

Así que, tras tantos años de disfrute, lo mínimo que puede hacer uno es agradecer todo el empeño por trasladar con tanta audacia y honestidad a dos de los mejores personajes de la historia del cómic español y, no sólo ello, sino también corresponder al maestro Ibáñez por décadas de entera dedicación haciendo que Mortadelo y Filemón diesen fe de acontecimientos tan importantes como Juegos olímpicos o Mundiales de fútbol, entre otras cosas, amen de tratar temas de actualidad con una gana y energía únicas. Por ello, y por décadas y décadas de diversión: Gracias.