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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
7
Drama Einer Gilkyson, un hombre amargado desde la muerte de su hijo en un accidente de coche, y Mitch Bradley, su socio y amigo, viven desde hace cuarenta años en un rancho en el noroeste de Wyoming. Un día Einer recibe la visita de su nuera Jean Gilkyson y de su nieta Griff, que llegan huyendo de los malos tratos del novio de Jean. (FILMAFFINITY)
19 de octubre de 2006
44 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para aquellos que habían olvidado quien es Robert Redford, aquí tienen una gran muestra, gran muestra de sapiencia interpretativa de, como, con unos tantos rasgos, dar el cariz adecuado a un personaje, sea cual sea. Aquí, nos transporta a la vida de un hombre, quemado por el pasado, pero con esos tintes de ironía y lucidez que nos hacen vislumbrar la vida que aun queda en su interior, de rasgos marcados y mirada serena, andares descansados, pero pisada firme. Una de esas personas, que con un leve gesto o unas pocas palabras alegrarían a cualquiera, pero que, cuando intuye necesariedad, daría lo que fuese por proteger a los suyos. Y Redford, que ya lleva años y años vagando por el mundo cinematográfico, le da las notas adecuadas, con una mirada consumida, pero de gran profundidad, la soberbia interpretación a la que pocos sabrían llegar.
Además, le acompaña un Freeman no menos inspirado, la nota contrapuesta a la amargura ocasional de su compañero, de tintes más cálidos, un tipo que conquista desde el primer momento, al que el intérprete afroamericano ofrece el tono idoneo para cada momento.
Tampoco está nada mal Jennifer Lopez, y eso ya es decir bastante, algo más guapa que de costumbre y, aunque le falte carácter a su actuación, no lo hace del todo mal. Aprobado, se podría decir. Al otro lado, la jovencísima Becca Gardner si se gana la admiración del respetable, rebosando simpatía y mucho respeto.

Para aquellos que habían olvidado lo que es sentir, aquí tienen una muestra, sobre lo que es sentir la crudeza y la ternura de la vida, sobre los momentos formidables que posee a veces y sobre las piedras que hay que ir sorteando a través del camino.
Todo ello lo acicala de modo convincente Hallström en su film, que ya necesitaba un nuevo empujoncito, puesto que desde la excelente Las normas de la casa de la sidra no me había convencido en absoluto con sus demás proyectos, ni la desaprovechada Atando cabos, ni la pretendidamente mágica Chocolat. Y eso que este tipo tiene madera, sabe cuando imponer un ritmo mayor, o que escenas deben ser más sosegadas, también domina a la perfección la fotografía, mostrando y, casi sugeriendo, cuando se requiere, y logrando un buen trabajo, sin necesidad de postales exacerbantes.

Por cierto, mención especial a la secuencia del oso y al momento final, ambos impresionantes. Que grande la honda mirada de Freeman y que curiosa finalización, la de los gatitos. Ambas impecables.
Grandine
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