Remake en forma de pegote dirigido por Badham que lo único que logró es dar cancha al magnífico personaje creado por Luc Besson para que años más tarde nos tuviesemos que tragar la infumable serie protagonizada por Peta Wilson.

Lo único remarcable de este esperpento donde su protagonista no posee atisbo de profundidad alguno y observamos como Gabriel Byrne logra avergonzarnos mientras hace el pelele entre multitud de infames secundarios, es que resulta distraidillo si lo que se quiere es pasar un rato con una cinta que estaba mejor rodada, mejor interpretada y, sobretodo, mejor humanizada cuando la dirigió Besson.

Aquí el proceso de humanización de la protagonista se pierde en pro de intentonas pseudo-humorísticas, relaciones triviales con el resto de personajes y burdas escenas que lo único que logran hacernos ver es lo incompetente que es el director.
Por poner un ejemplo, mismamente, la escena del baño que aquí está desprovista de nervio, y no genera ningún tipo de desasosiego, en la originaria e infravalorada "Nikita" está trazada con un brillante pulso que, no sólo otorga detalles sobre la psique de la protagonista, sino además logra que en la atmosfera se respire una tensión marcada con tan poco.

Si hubiese que dejar a un lado las comparaciones, aunque sea un calco casi clavado, cabría destacar el papel de Mulroney, pero tanto por la lamentable caracterización del actor como por la infraactuación del mismo, que resulta lamentable desde cualquier perspectiva. Sobre la relación entre Byrne y Fonda mejor no comentar nada. Tan estúpida como banal y grotesca. Y sobre el supuesto fondo que se le pretende dar a la protagonista... No Comment.
Mejor diríjanse a "Nikita" donde, para postres, encontramos un magnífico cameo de Léon.