En los tiempos que corren, la animación en 3D se ha hecho dueña del género, dando joyas de gran calibre, así como aprovechando las virtudes que ofrece susodicho método para, en tantas otras ocasiones, paliar los defectos del producto. Por ello, se agradece cada vez que aparece una propuesta como "Strings", donde los decorados son naturales, los personajes marionetas y el uso de la iluminación un elemento más que no requiere ser creado más que por sencillos juegos de luces.

Decir que el argumento del film de Rønnow Klarlund es sumamente típico, no es una probabilidad, resulta más bien una obviedad, vista sólo la base de la que parte el realizador danés, y es que bebiendo de múltiples obras de ciencia-ficción de toda la vida, donde se contemplan diversos bandos o razas y todo gira entorno a una historia de poder, traición y venganza, se consigue dar forma a un trabajo, aunque tópico y mil veces visto, decente con suficiencia como para entretener y echar esas leves imperfecciones a un lado para disfrutar de la cinta que se nos brinda.

Lo mejor que le puede suceder a una película como "Strings", y que en este caso sucede, es que el equipo que está tras ella ponga tanto cariño y mimo en la propuesta en cuestión, que ésta termine por llegar al espectador y darle alas dentro del relato que se está exponiendo, haciendo así de la experiencia algo mucho más grato, que ya no sólo termina siendo apreciado por los aspectos técnicos y la originalidad al poner en escena todo ese cableado usándolo como una mera excusa para desarrollar la historia, sino también por las intenciones de un cineasta que trata con aprecio su obra, y le da el suficiente margen como para transformarla en algo apreciable y ameno al mismo tiempo.