Mungiu debutaba en 2002 mediando un curioso drama con acertados tintes de comedia que no hace más que girar entorno a un tema, al parecer, sumamente corriente en Rumania: la huida de muchos habitantes del país en busca de un estilo de vida mejor o, simplemente, en busca de un lugar donde poder asentarse y lograr aferrarse a un trabajo y un lugar estable.

Desde su inicio, el tono humorístico salpica la cinta dejando entrever que el trabajo del realizador rumano no sólo estará enfocado entorno a conseguir un drama compacto o lograr que las distintas historias que la componen confluyan entre sí con total soltura, sino a dejar un cómico rastro de situaciones para lidiar con un tema tan agrio como el presentado. Sin embargo, pueden ser esos primeros instantes, los que verdaderamente induzcan al espectador a verse perdido en un relato que parece estar compuesto por retazos y que no llega a alcanzar un cáriz del todo maduro, pero es precisamente a medida que va avanzando, cuando nos damos cuenta de que realmente nos toparemos con los detalles que lo van completando más adelante. Muy bien jugada ahí la baza del director.

De este modo, Mungiu traza un retrato un tanto crudo, pero con ciertas dosis de positivismo, logrando culminar "Occident" de forma que su reverso resulta de lo más agradable, y se otean en él cualidades agraciadas de observar en el punto cúlmen de una obra, sabiendo ofrecer así un contrapunto y ampliando un poco la gamma de tonalidades para que no todo sea blanco o negro.

Un elenco actoral de lo más sacrificado que, pese a no alcanzar grandes cotas (quizá sí algún personaje, como el del padre), da lo mejor de sí, completando un trabajo que, pese a no poseer ese pulso y esa increíble aspereza que si tenían las imágenes y contenido de "4 semanas, 3 meses y 2 días", posee otro buen dechado de cualidades que la hacen una más que meritoria ópera prima, con uno de los finales más bonitos que he visto últimamente. Habrá que seguirle la pista a Mungiu.