Aun no lo he logrado entender. No sé si es el efecto que genera en mi poder observar cine que, en determinadas vertientes, está trabajado y pulido, si son esos personajes tan fríos y, a su vez, tan cercanos que construye el cineasta islandés, o si son esas conclusiones, que siempre otorgan un punto de inflexión radicalmente distinto, y ofrecen un sentido a todo el conjunto anteriormente trabajado.

La cuestión, es que podrá fallar en la construcción de su entramado y probablemente haya cabos sueltos durante la consecución de su historia. Es posible que enfile con un sentido del humor muy peculiar, y nos sorprenda con secuencias de lo más extrañas para hilvanar un thriller bastante raro e, incluso, puede que algún que otro intento por darle un cauce distinto, se nos presente como algo bizarro teniendo en cuenta los tintes generales de la obra, y las sendas que hasta ahora había tomado, pero es llegar su conclusión, y lo vuelve a lograr, vuelve a enarbolar un epílogo, ya no sólo digno, sino sorprendente y que hace resquebrajar la quietud interna de uno mismo, enlazando además el global bajo un mensaje con mucho sentido.

Puede que, incluso, en "Mýrin" no se aproveche alguna de sus historias paralelas para darle una envergadura mayor, y transformarla en la joya que quizá hubiese sido, pero seguir el periplo vital de ese agente, con sus más y sus menos, con esos problemas familiares internos, y esas formas tan singulares y agudas en sus quehaceres, es uno de los grandes atractivos que ofrece esta película, y aunque se la pueda tildar de muchas cosas, en ningún caso se la podría acusar de poco personal, porque lo es, y mucho.
Porque "Mýrin" es Kormákur hasta la médula. Es el frío y la irreductibilidad de unos personajes de una verdadera y gran magnitud, es la consecución de un relato que, no sólo deja una conclusión atípica, sino da la posibilidad de generar un debate entorno a ella, y lo engarza todo gracias a las subtramas propuestas previamente, es el brío de unas situaciones que, entre pista y pista, le otorgan un dinamismo distinto, es el color de una estructura cuidada al milímetro y son, sobre todo, los planos de una Islandia cautivadora, gélida, indescriptible, entrañable, atractiva y bella. En especial bella. Bella como "Mýrin", como el cine de Kormákur, que te empapa la retina, y se conserva en ella, casi sin quererlo.