Con un planteamiento original y unas formas que podrían parecer cercanas, en ocasiones, al falso documental, Meirelles presenta este trabajo en el que, tras una introducción que puede resultar atípica por el modo de trabajar con los actores y de ir sirviendo cada historia en base a testimonios y pequeños retazos sobre la vida de esas “limpiadoras”, comienza un relato coral donde ninguna historia es más importante que la anterior, y todas dejan su pequeña conclusión al terminio de cada una de ellas.

Respaldado por un trabajo actoral que, con sus más y sus menos, siempre alcanza un nivel medianamente decente, y otorgando más énfasis a unos personajes que a otros, el film, con unas formas un tanto extrañas, nos introduce en las vidas de todas esas personas que deben anteponer, por desgracia, su trabajo a su vida privada. Así lo comenta una voz en off casi al término de la cinta y, dentro de lo que cabe, es una de las conclusiones más acertadas que se obtiene de la propuesta.

Tampoco son nada desdeñables los intentos humorísticos que se ofrecen en ella y que, por norma general, funcionan bastante bien, dotando así al conjunto de un tono nada grave, resaltando que la intencionalidad no es la de realizar un ejercicio con miras críticas, sino más bien de retratar las inquietudes y problemas de ese gremio tan minusvalorado a día de hoy.

Puede que una de las pocas cosas que falle sea el uso inicial de una banda sonora, que no casa demasiado con lo que se está mostrando, o el modo de resolver algún que otro recoveco que, pese a no desentonar y ser curioso, resulta un poco precipitado y brusco.
Se agradece, eso sí, que en ningún momento los realizadores se olviden de ninguno de sus personajes y que no dejen momentos inconclusos por el camino dando fin así, y gradualmente, cada una de las crónicas que forman "Domésticas", y trazando en ella un arco de lo más singular para culminar una película sumamente distraída y llamativa.