No caben más que aplausos para este director que ha abordado con tanto amor (no lisonja) la figura de esta incomparable artista chilena que es uno de los puntos de referencia más valiosos, inquebrantables e inolvidables para cualquier latinoamericano, en particular los que, como yo, entramos en la juventud en la década de 1970.
Por supuesto, como siempre ocurre con este tipo de abordajes biográficos, todos podemos extrañar que no se haya profundizado más en "equis" aspecto, o que no se haya abordado otro, o que no se haya dado mayor protagonismo a otros personajes de su entorno, como su hermano Nicanor (el "antipoeta", que le dedicara el maravilloso "Defensa de Violeta", aquel extenso reconocimiento que empezaba "Dulce vecina de la verde selva...")...
Pero lo sobresaliente de esta película es la INMENSA capacidad con que transmite la personalidad de la artista. Y ni qué decir de la elección de Francisca Gavilán: por momentos, nos parece estar viendo un documental, y nos hace tocar a Violeta con las manos.
¡Gracias Francisca Gavilán! (¿será sólo casualidad su apellido?), tu mirada, tu voz y tu pelo nos han devuelto toda la magia de Violeta.
Sé que no aporto gran cosa con esta crítica. Pero, como escribo poco, quise aportar unas líneas como otra forma de destacar la profunda belleza de este film.