En fin, mi querido lector, si es usted un gran amante del western, no se la recomiendo. Si el western ni le va ni le viene, ni se le ocurra verla. Ahora, si a usted le gusta la comedia, o bien, quiere partirse un rato la caja, entonces sí, ésta puede ser su película.
La historia transcurre, mitad en el desierto, mitad en un fuerte. Eso está bien. Mola. Lo malo es que, uno de los dos actores principales, un tal George N. Neise (la N del medio debe ser de negado) destroza cada escena que interpreta. Es algo así como el Rey Midas. Lo que sucede es que, todo lo que toca el merluzo de Neise, en lugar de transformarlo en oro, lo transforma en mierda. El tipejo protagonista (ahora hablo del teniente Davenport) es un tonto del aba en estado puro: ladra, bufa, fuma asquerosos puros a 50 grados a la sombra y, sobre todo, odia. Nunca vi a nadie odiar así. A veces dicen que es por el sol, que le afecta a la almendra. Yo creo que, simplemente, es así de bobo. Pero... si tienen dudas, entonces vean la película. Yo ya les he advertido.