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Voto de Anibal Ricci:
8
Drama Stefek, de seis años, desafía al destino. Está convencido de que la cadena de eventos puesta en marcha por él lo ayudará a acercarse a su padre que lo ha dejado cuando abandonó a su madre. Su hermana, Elka, de diecisiete años, lo ayuda a aprender a "corromper" el destino a través de pequeñas renuncias. Estratagemas y coincidencias conducirán, al final, a su padre al umbral de la casa de la madre de Stefek pero las cosas no irá como ... [+]
20 de julio de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elka, la adolescente, le confiesa a su hermano pequeño de diez años, Stefek, que en la vida “siempre está pasando algo”… y en esta película de apenas 95 minutos efectivamente pasa algo, y mucho, con unas imágenes que nos recuerdan el efecto mariposa dentro de un sistema caótico, con el punto de vista aferrado al muchacho, y una casi ausencia de anécdota al narrar.

Este cineasta polaco llena de luz la pantalla, situando la acción en un barrio pobrísimo de edificios que han perdido su estuco, donde unos personajes gozan de la vida con cosas elementales. Los adultos ven en los autos un símbolo de bienestar, así como el pretendiente de Elka manifiesta su gusto por recorrer el centro de la ciudad en su moto.

El protagonista no solo es el niño, sino su mirada del mundo, ingenua, donde todo evento tiene una causa y un efecto. Unos soldaditos de plomo o unas monedas podrán detener un tren, y mojarse bajo la lluvia o mear un auto permitirá a su hermana obtener un nuevo empleo.

Los trenes, sus estaciones, están presentes en todo el relato, pero no es el medio de incomunicación del cine de Wenders, sino que los trenes, para Andrzej Jakimowski, implican el transcurso del tiempo, la modificación de los eventos que van determinando los vuelcos en nuestras vidas.

Jakimowski comparte la precisión narrativa del cine de otro polaco, Krzysztof Kieślowski (1941-1996), pero se aparta de inmediato de su postura católica, más bien oscura, aunque comparte el observar las bondades de la vida aun en medio de la miseria.

El cine de este polaco, en cambio, despide luz. Stefek, a sus diez años, tiene todas las herramientas para tener el mundo a sus pies, para guiar a un hombre desconocido, que supuestamente se parece a su padre, a través de los cambios de señalética de las calles, igual como si fuera un simple cambio en la dirección de los rieles del tren. Stefek presiente que su madre está sola, y sabe que la vida responde a sus deseos de niño.

La naturaleza está presente en el paso de la noche hasta el amanecer, al quedarse dormido en el tren y despertar justo en la estación donde está su padre, que ya lo ha reconocido en una foto, y le dice a Stefek: “no me voy a ningún lado… te esperaba a ti”.

Poesía en movimiento.
Anibal Ricci
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