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Voto de Anibal Ricci:
10
6,5
7.389
Drama. Romance. Ciencia ficción
El chef Michael (Ewan McGregor) y la investigadora Susan (Eva Green) se conocen y se enamoran mientras se extiende por toda Europa una grave epidemia que priva a la gente de sus percepciones sensoriales. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2013
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tesis de esta extraordinaria película es simple: nuestra humanidad se expresa a través de los sentidos.
Esta cinta está muy bien filmada, con parlamentos brillantes, y por lo mismo, no puede durar eternamente, como nuestras vidas, algo así como 88 minutos.
El primer sentido que va perdiendo la humanidad, en forma de epidemia, es el olfato, quizás el más visceral, voluble y primitivo, que hombres y mujeres extravían luego de experimentar una profunda pena, una activación que lleva los recuerdos al presente y hace colapsar las mentes. La vida sin olfato continúa con sabores más picantes, salados y dulces.
Los artistas callejeros recurren a la música para rememorar olores alojados en cada cerebro.
El mundo se divide: la enfermedad es un ataque al mundo libre, y en otras latitudes, un castigo de Dios.
El tipo de alimentación se va simplificando, pero la vida continúa y la gente hace lo mismo que antes (trabajar) de la mejor manera posible.
Todo es adaptación al cambio, uno del tipo degenerativo. La gente se divide en dos bandos: los que destruyen porque solo creen en el fin del mundo, y por otro lado, aquellos que hacen su trabajo, lo mejor que pueden, para que el mundo funcione.
Al final todo queda oscuro y los amantes saben lo que deben saber.
Todo es sabiduría y amor. ¿Será acaso tiempo de morir?
BRILLANTE GUIÓN.
Esta cinta está muy bien filmada, con parlamentos brillantes, y por lo mismo, no puede durar eternamente, como nuestras vidas, algo así como 88 minutos.
El primer sentido que va perdiendo la humanidad, en forma de epidemia, es el olfato, quizás el más visceral, voluble y primitivo, que hombres y mujeres extravían luego de experimentar una profunda pena, una activación que lleva los recuerdos al presente y hace colapsar las mentes. La vida sin olfato continúa con sabores más picantes, salados y dulces.
Los artistas callejeros recurren a la música para rememorar olores alojados en cada cerebro.
El mundo se divide: la enfermedad es un ataque al mundo libre, y en otras latitudes, un castigo de Dios.
El tipo de alimentación se va simplificando, pero la vida continúa y la gente hace lo mismo que antes (trabajar) de la mejor manera posible.
Todo es adaptación al cambio, uno del tipo degenerativo. La gente se divide en dos bandos: los que destruyen porque solo creen en el fin del mundo, y por otro lado, aquellos que hacen su trabajo, lo mejor que pueden, para que el mundo funcione.
Al final todo queda oscuro y los amantes saben lo que deben saber.
Todo es sabiduría y amor. ¿Será acaso tiempo de morir?
BRILLANTE GUIÓN.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Empieza un romance fugaz entre un chef (Michael) y una epidemióloga (Susan), seres que apenas comparten los mismos intereses.
El segundo estrés es el pánico (el primero fue la pena), “no quiero morir solo”, que da paso a un hambre incontenible, y la subsecuente pérdida del gusto. “El olfato y el gusto son sentidos químicos”, dice Susan para tranquilizar a Michael. Hacen el amor y se disfrutan como nunca antes hubieran imaginado.
El romance se fortalece con menos sentidos, y la pareja protagónica disfruta de un baño de tina, mientras comen espuma de afeitar y jabón.
El tercer sentido que pierden es el oído, luego de episodios de ira-furia-odio que descargan sobre cualquiera que tengan enfrente. Ahora no pierden la audición al unísono: primero Michael; Susan lo deja solo como forma de prevenir la enfermedad: ya no son seres iguales. Ella se ampara en que resultó herida al oír “maldita mujer infértil”, en cambio, él se refugia en la enfermedad.
Michael queda aislado en su casa, viendo instrucciones por la televisión, mientras otros con trajes herméticos se encargan de alimentarlo, simplemente con pastas.
Susan también queda muda, y la reflexión de su amiga es notable: “quieres ir a arrojar piedras”.
El cuarto estrés son brevísimos instantes de emoción, de apreciar la vida y sus momentos luminosos. Solo hay comprensión, perdón y amor… un sentimiento de querer compartir con el otro. Michael va en busca de Susan y ella escoge otro camino, no se escuchan, aunque finalmente el instinto los reúne, frente a frente, antes de perder la visión y fundirse en un abrazo.
Ahora está oscuro y los amantes saben lo que deben saber.
Todo es sabiduría y amor. ¿Será acaso tiempo de morir?
El segundo estrés es el pánico (el primero fue la pena), “no quiero morir solo”, que da paso a un hambre incontenible, y la subsecuente pérdida del gusto. “El olfato y el gusto son sentidos químicos”, dice Susan para tranquilizar a Michael. Hacen el amor y se disfrutan como nunca antes hubieran imaginado.
El romance se fortalece con menos sentidos, y la pareja protagónica disfruta de un baño de tina, mientras comen espuma de afeitar y jabón.
El tercer sentido que pierden es el oído, luego de episodios de ira-furia-odio que descargan sobre cualquiera que tengan enfrente. Ahora no pierden la audición al unísono: primero Michael; Susan lo deja solo como forma de prevenir la enfermedad: ya no son seres iguales. Ella se ampara en que resultó herida al oír “maldita mujer infértil”, en cambio, él se refugia en la enfermedad.
Michael queda aislado en su casa, viendo instrucciones por la televisión, mientras otros con trajes herméticos se encargan de alimentarlo, simplemente con pastas.
Susan también queda muda, y la reflexión de su amiga es notable: “quieres ir a arrojar piedras”.
El cuarto estrés son brevísimos instantes de emoción, de apreciar la vida y sus momentos luminosos. Solo hay comprensión, perdón y amor… un sentimiento de querer compartir con el otro. Michael va en busca de Susan y ella escoge otro camino, no se escuchan, aunque finalmente el instinto los reúne, frente a frente, antes de perder la visión y fundirse en un abrazo.
Ahora está oscuro y los amantes saben lo que deben saber.
Todo es sabiduría y amor. ¿Será acaso tiempo de morir?