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Voto de Anibal Ricci:
8
Drama Un día de verano, Tristán pierde el maletín y el amor. Al día siguiente, Cristina encuentra una aventura. Cristina y Tristán caminan por un Santiago de Chile caluroso y contaminado. Él tratando de recobrar algo que nunca tuvo, ella siendo la testigo silenciosa de su caída. "Play" es una una fábula urbana, una pequeña cancion pop sobre un hombre que busca y una mujer que encuentra. (FILMAFFINITY)
27 de febrero de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora elige un enfoque distanciado para mostrar a sus personajes, documentando objetivamente la vida de estas dos tristezas en que se centra el relato. Cristina, una empleada de origen mapuche, será la encargada de enlazar ambas soledades, utilizando la ciudad como telón de fondo, un espacio público por el que transita la gente, pero que visibiliza a unos más que otros, en cierto modo absorbiendo a estas personalidades melancólicas que se conforman con caminar por las calles. Tristán es hijo de una familia con recursos y, cuando su novia (Irene) lo deja, regresa donde su madre que vive en una casa con piscina de la comuna de Las Condes.

Ambos personajes deambulan solos por la ciudad, pero representan a mundos diferentes. El de Cristina pasa desapercibido a los ojos de los transeúntes. “A mí no me conoce casi nadie”, refleja en una frase la relevancia de Cristina para este tercer personaje que es la ciudad. En cambio, Tristán, por muy solo que se encuentre, siempre tendrá el apoyo de alguien: su madre, los obreros donde trabaja, la propia ex novia, siempre habrá oídos para escuchar sus lamentos. A raíz del hallazgo del maletín de Tristán, Cristina comienza a indagar su vida y sus relaciones, sin que existe la menor sospecha de su presencia.

Cristina cuida a un anciano que ya no habla. Le lee reportajes de pueblos originarios y, su única distracción es ir a los videojuegos. Scherson, durante la primera hora, deja que el espectador se forme una opinión de los personajes, y recién abandona el tono documentalista cuando Cristina se ofusca ante una caricia que le prodiga Irene a Tristán en una cafetería. Le produce malestar, disgusto, sabe que no puede protagonizar la vida que desearía (una vida junto a Tristán) y hace corto circuito, emulando a su heroína de videojuego al defender a una niña de su madre. La mujer es su oponente y Cristina la golpea en medio de una lucha surrealista donde las imágenes se revientan y los colores pierden definición. A partir de ese momento, Scherson nos involucra en el pequeño mundo de Cristina, una muchacha a la que nadie distingue, que imita todo lo que ve, la manera de acariciar, de cortarse el pelo, incluso se inmiscuye en la casa de Irene y le roba un vestido, total nadie se dará cuenta de que existe.

Alicia Scherson tiene pleno control narrativo de sus personajes. Escoge cuando narrar objetivamente y desnudarlos a través de los diálogos con secundarios y, también cuando proyectarse a través de la mente de Cristina. Además construye una protagonista muy sólida (que evita ser protagonista) y un buen punto de vista, a través de una mujer fuera del ámbito citadino. De otra manera sería inverosímil esta suplantación de papeles, tanto de personalidades del videojuego o de personas de la vida real.

A Cristina le gusta la ciudad porque pasa desapercibida. Si bien sabe que es pobre, puede acceder a la vida de otros habitantes. Sabe que si hiciera su propia vida, tendría hijos pobres y prefiere ilusionarse con mundos ajenos. Al final, deja a Tristán al cuidado de Irene y sube las escaleras. Desde la azotea puede ver infinitas otras posibilidades de acceder a vidas ajenas.
Anibal Ricci
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