Violet Evergarden es de los pocos animes que han llegado a sorprenderme -y atraparme realmente- en los últimos cinco años.
Visualmente, y artísticamente, es una maravilla en todos los sentidos: música, producción, efectos visuales, y el resto de ámbitos técnicos. Una belleza audiovisual sin comparación. La belleza propia hecha serie animada.

No obstante, es la trama y no tanto los aspectos técnicos lo que ha hecho que esta serie se haya convertido en mi segunda serie animada preferida (después de Anohana, aunque incluso admitiría que Violet Evergarden objetivamente es mejor que ésta última). Una trama que a muchos puede llegar a aburrir y que incluso admito que es bastante lenta. No obstante, la historia principal es lo que va ganando intensidad a lo largo que pasan los capítulos: ¿dónde está realmente el comandante de Violet? ¿ha muerto Gilbert después de la guerra? ¿podrá al fin Violet reencontrarse con él? Es básicamente lo que me mantuvo enchanchado a la serie desde el inicio. He de admitir que la relación entre Violet y Gilber es realmente absorbente. Un romance bien hecho, con un ritmo adecuado en su avance y sobretodo con un gran aura de misterio y, también desgracia, a su alrededor.

A parte de la historia principal, en cada capítulo también se presentan otras pequeñas historias de personajes secundarios. El objetivo es siempre: mostrar una de las infinitas facetas que tiene el amor. Y no me refiero sólamente al amor romántico o amoroso. Si no también al amor por los hermanos, primero, y al amor por los hijos, y al amor por los padres.

Un anime perfecto para aquellos que amamos los pequeños detalles de un gran trabajo bien hecho. Un anime lleno de amor, misterio, belleza, inocencia y tristeza. Y una gran historia para aquellos que tienen una especie de sensibilidad especial. La recomiendo sobretodo a éstos últimos.