Media votos
4,2
Votos
2.761
Críticas
2.761
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Ferdydurke:
7
6,1
550
Drama
Túnez, tras la primavera árabe. Hedi es un chico de 25 años que trabaja en un concesionario de coches y está a punto de contraer matrimonio con una chica elegida por su familia. Pero se enamora de una guía turística y se planteará rebelarse contra los que han diseñado su vida. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencilla luminosidad para contarnos la eterna dualidad que divide al hombre y que nunca la puede resolver.
Lealtad o libertad. Orden o caos. Gregarismo o individualismo. Compromiso o improvisación. Atadura o espontaneidad. Peso o levedad. Seriedad o juego. Seguridad o peligro.
O más concretamente en este caso, boda o huida, Túnez o Francia, madre o escapada, vocación artística o trabajo remunerado.
El mérito está en los matices ya que la historia es conocida y previsible; en el punto de vista, en la delicada sensibilidad con que se cuentan los conflictos y sentimientos de los personajes; en la elección de un protagonista tan convencional y a la vez especial (un "extranjero", impertérrito y desnortado, en su propia tierra).
Cuando la vida te presiona y definitivamente te quiere atrapar en la trampa de la que nadie escapa. Justo ahí es cuando dan más ganas de probar y tentar la suerte, de comprobar lo que te puedes perder.
La descripción precisa y esencial de esa sensación, de esa necesidad, de esa duda u oscilación entre abrazar lo inevitable y consabido, lo esperado y periclitado, o cambiar el paso y desconcertar a todos, mudar la piel y vivir otras posibles vidas.
A todos nos hubiera gustado escapar más de una vez. No hay vida que no tenga su inevitable ración de frustración y ahogamiento. Pero quizás eso no sea lo peor de todo. Sino saber o sentir que en realidad no te pierdes nada, que nadie lo hace, que se trata en verdad de apechugar nada más, de asumir, renunciar y dejar de una vez de soñar.
O todo lo contrario quizás. Sabrá usted.
Lealtad o libertad. Orden o caos. Gregarismo o individualismo. Compromiso o improvisación. Atadura o espontaneidad. Peso o levedad. Seriedad o juego. Seguridad o peligro.
O más concretamente en este caso, boda o huida, Túnez o Francia, madre o escapada, vocación artística o trabajo remunerado.
El mérito está en los matices ya que la historia es conocida y previsible; en el punto de vista, en la delicada sensibilidad con que se cuentan los conflictos y sentimientos de los personajes; en la elección de un protagonista tan convencional y a la vez especial (un "extranjero", impertérrito y desnortado, en su propia tierra).
Cuando la vida te presiona y definitivamente te quiere atrapar en la trampa de la que nadie escapa. Justo ahí es cuando dan más ganas de probar y tentar la suerte, de comprobar lo que te puedes perder.
La descripción precisa y esencial de esa sensación, de esa necesidad, de esa duda u oscilación entre abrazar lo inevitable y consabido, lo esperado y periclitado, o cambiar el paso y desconcertar a todos, mudar la piel y vivir otras posibles vidas.
A todos nos hubiera gustado escapar más de una vez. No hay vida que no tenga su inevitable ración de frustración y ahogamiento. Pero quizás eso no sea lo peor de todo. Sino saber o sentir que en realidad no te pierdes nada, que nadie lo hace, que se trata en verdad de apechugar nada más, de asumir, renunciar y dejar de una vez de soñar.
O todo lo contrario quizás. Sabrá usted.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Además de todo lo anterior, esta película sirve para hablar de manera elocuente pero más bien alusiva y metafóricamente de la famosa y tan reciente primavera árabe. Aquel "paréntesis según el cual durante un breve momento la gente fue feliz y generosa, se quiso incluso, efímera, fugazmente, antes de volver al redil", eso, más o menos, dice el protagonista. Y eso vive él en ese lugar y momento. Asfixiado por una madre agobiante que no le deja respirar ni dejarse llevar, infantilizado y conducido (como oveja a un matadero de plácida, narcótica y crispada felicidad). Y, por todo ello, con ganas de ser adulto, afirmarse y ser de verdad por primera vez. No hace falta estrujarse los sesos para trasladar esas ideas al Túnez que vivió revueltas y protestas hace nada.
Volvamos ahora, ya para cerrar este modesto comentario, a la historia en sí, a su final. Estaba claro que no se podía ir con ella. Eso no tenía futuro ninguno. Este niño tan mimado no aguantaba en Montpelier "trabajando de albañil o similares profesiones" ni dos días, pillaba una depresión de monumento y se volvía con su mami y el rabo entre las piernas en un periquete. Lo sabía. Y por eso no lo hizo. El ridículo. Bien por él. Bastante destrozo ya había organizado con la preparación y posterior sabotaje del previsto y anunciado a bombo y platillo bodorrio.
Volvamos ahora, ya para cerrar este modesto comentario, a la historia en sí, a su final. Estaba claro que no se podía ir con ella. Eso no tenía futuro ninguno. Este niño tan mimado no aguantaba en Montpelier "trabajando de albañil o similares profesiones" ni dos días, pillaba una depresión de monumento y se volvía con su mami y el rabo entre las piernas en un periquete. Lo sabía. Y por eso no lo hizo. El ridículo. Bien por él. Bastante destrozo ya había organizado con la preparación y posterior sabotaje del previsto y anunciado a bombo y platillo bodorrio.