Y esa trampa o juego o truco para crear emoción al final es un recurso muy sobado. Vale.
Hubiera estado mejor explorar la felicidad, esa hermana pobre, esa histeria, qué hubieran hecho si de verdad la pasta se hubiesen llevado.
Tendrían que hacer una segunda parte o remake con esa posibilidad. Todas las luces a tope, hasta que revienten, hasta que llegue la puta noche. Con mil churumbeles. Viviendo en un hotel de lujo, en el Waldorf Astoria. Siempre. Sin lloros. Sin penas. Sin quejas. Como robots. Una alegría fría, plena, enhietsa, gol de Iniesta, hierática, gélidamente extática. Ahí sí. Te quiero ver. Como el resplandor de Kubrick pero a la contra o inversa, un carnaval, un pasacalles, una fiesta de guardar, un circo tanatorio.