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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
6
7,0
4.137
Documental El documental autorizado del malogrado músico Kurt Cobain, desde su primera época en Aberdeen Washington hasta su éxito con la banda grunge Nirvana. (FILMAFFINITY)
18 de julio de 2015
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la mente del, probablemente, mayor mito popular, romántico (en la ya larga y famosa tradición de los malditos que vivieron deprisa y dejaron un bonito y joven cadáver para ser inmediatamente profanado, agujereado eternamente por todos los infectos tornillos de la industria pesada, la especializada en perpetrar/fabricar sueños-pesadillas) y musical de los últimos veinticinco años.
En las tripas, literalmente, de su arte (no solo de sus canciones, también de sus numerosos dibujos y escritos), de su dolor, de su herida.
Narración fragmentada, como los trozos rotos de un espejo después de un horrible naufragio, para mostrarnos el peregrinaje, como un Cristo posmoderno y grunge, hacia la inevitable autodestrucción.
Si todo viene de la infancia, todo lo bueno y lo malo, lo que somos, indeleble, irremediablemente, nuestro carácter y destino, en el caso de Kurt se podría decir que quedó marcado por el rechazo constante, por la triste costumbre de ser echado de todas las casas familiares, por su penoso vagabundeo tras el traumático divorcio de sus padres.
Un niño hiperactivo y enfadado, un adolescente desbaratado y frenético, y una persona que se convirtió en un problema para todos, para él mismo el primero, en un completo desastre que nadie quería tener cerca. Su sensibilidad e inteligencia transformaron su fragilidad e incomprensión de las cosas en ira y ansiosa necesidad de buscar su sitio. Lo encontró en la marihuana, la música y con su primer novia, con la que se fue a vivir. Más tarde, llegarían el grupo, el éxito fulgurante, apabullante, la heroína y Courtney Love. Finalmente, la hija, Frances.
El centro de su desconsuelo quizás se podría rastrear en la tensión insoportable entre las ganas de ser aceptado, querido y admirado, y el deseo desesperado al mismo tiempo de huir de todo y recluirse en su salvífica y rota soledad; o de cómo los esfuerzos que hacía para estar con la gente, para ser alguien, eran tan gigantescos y desequilibrantes que rápidamente trataba, para compensar, de refugiarse/escaparse con dos versiones de la misma necesidad y pérdida, los dos reversos de la misma difícil cara, las dos drogas duras por antonomasia: el "amor" y el "chute".
La bruja mala del cuento, la tan odiada Courtney Love, aquí (salen varios vídeos de la pareja) queda bien parada, lista, fuerte, con sentido del humor, aunque también un poco bruta y vanidosa.
Él más parece un ser desvalido, enfermizo y calamitoso; incapaz de "negociar" con la parte más desagradable de la vida (su compañero, Novoselic, apunta que, a diferencia de él mismo que no sufría demasiado por eso, Kurt no podía soportar las críticas, ya que se sentía humillado, era algo superior a sus fuerzas) y de asumir su debilidad, egoísmo y falta de autocontrol.
Los dolores estomacales como amarga realidad y cruda metáfora de su eterna desconexión y mala vida (sus hábitos no eran precisamente la mejor idea para paliar ese gran problema), de ese estar siempre "desenchufado".
Es interesante y hasta admirable la opción elegida por Morgen, el director, a la hora de contar la vida del santo caído en combate; intenta reflejar su pensamiento y su yo más interior y acierta en algunos aspectos, por ejemplo en los momentos de animación, cuando se recrean los dibujos de Kurt, pero, en mi opinión, el resultado es escuálido, una visión microscópica de asuntos que hubieran requerido de un contexto iluminador y de mayor alcance en la mirada; por lo que, en verdad, la sensación que produce es que sobran muchas frases de diario intrascendentes y banales, muchos recortes de revistas y titulares estúpidos, trozos de entrevistas inanes y ratos de vídeos caseros que nada aportan salvo que seas un fanático completista del mito y todo te valga o te venga bien, y también lo contrario, que falta información, riesgo interpretativo y otras voces más distanciadas y objetivas, más críticas y sagaces, que pudieran presentar una perspectiva más exhaustiva y profunda del ídolo muerto tan triste y prematuramente.
Y también se echa de menos una mayor incisión (solo se habla someramente sobre los turbios rumores respecto de las posibles adicciones materno filiales) en esa máquina de picar carne humana que es la industria del entretenimiento, que cuando consigue una gallina de los huevos de oro trata de exprimirla con atroz ahínco, sometiendo a la más o menos inocente presa a un ritmo productivo, a una exposición mediática y a una tontería comercial que pulverizarían el buen ánimo del más pintado, ni hablar si además no tienes la inmensa suerte de pertenecer precisamente al grupo de los más "sanos ciudadanos".
P.D.: Aviso para navegantes: después de los títulos de crédito hay una interesante entrevista de unos diez minutos con el artífice de este documental; ahí da las claves de su valiente, apasionada y original, aunque para mí finalmente fallida, propuesta.
Ferdydurke
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