"Salirse del flamenco puro". Eso dice y eso trata de hacer Camarón.
Ir más allá, no conformarse con lo recibido. Arriesgar, jugársela, buscar, intentar encontrar, perderse, merodear, oscilar, dudar...
Divertirse, también, y jugar, y probar. De eso va.
Disco del año 79. Época de cambios. Se juntaron flamencos jóvenes que se dejaban influenciar por los sonidos extranjeros, por el Jazz, el Rock, el Soul...
Camarón venía de las raíces, de la esencia; pero eso ya lo tenía y quería más.
Estupendo documental. Dulce, ligero y preciso. Cuenta lo importante con gracia y soltura. Mezcla el archivo con el presente, entrevistas con canciones, fotos con trozos de vídeos, grabaciones con comentarios.
Pequeñito y modesto pero emocionante, hondo.
Lo que se cuenta es la gestación de un álbum mítico. El que rompe la pana y parte el bacalao. Después. Al principio recibió palos y silencio, desprecio y bulla. Incomprensión lógica teniendo en cuenta de donde venía José Monge Cruz; mundo cerrado, con ciertos miedos, reacio a cambios que les puedan hacer perder (según ellos) su identidad; "cualquier tiempo pasado fue mejor", la resistencia del purismo ante lo nuevo. Pero bueno, esto no importa mucho aquí. Lo que cuenta es el proceso de creación. Desde el principio. Desde Sevilla, desde Lorca (varias canciones utilizan sus poemas como inspiración y base literaria), Kayan, Villalón y Ricardo Pachón (fue el productor, y coautor de algunos temas) hasta el estudio de Madrid. Desde Kiko Veneno y Lole y Manuel y Paco de Lucía... hasta Tomatito, los hermanos Amador, Gualberto, Rosas, Marinelli...
Guitarrita y palmas o baterías; sintetizadores, guitarra eléctrica y sitar. Lo uno y lo otro. Todo.
Lugar de grabación convertido en parranda de un mes, celebración dionisíaca de la música, bacanal artística. Con visitas de amigos y grupos. Todos aportando y apoyando, jugando y creciendo.
Sexo (entre risas se habla de novias que iban y venían), drogas (como reconoce Raimundo con simpatía) y Flamenco, Pop o mestizaje o..., qué más da. Talento inmenso.