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Voto de Ferdydurke:
4
6,1
6.524
Comedia. Drama. Romance
Historia de un viaje y una amistad entre dos chicas de veinte años que tienen en común un pasado sin afectos, un presente en el que no tienen nada que perder y un futuro todo lo abierto que quieran. Durante su viaje lo compartirán todo. Incluido Olaf, un ruso que no habla más que su idioma. (FILMAFFINITY)
28 de octubre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ruso.
La hija de la peluquera.
La huérfana.
La vida soñada de los ángeles (fue después, en francés, nada que ver).
Los mejores momentos son (se producen con) las canciones rusas de fondo, cuando no hay guion o no pasa nada, costumbrismo solo anecdótico, o cuando Candela suelta alguna, de las muchas (le tira a todo), parida buena, circular obsesivo chungo razonamiento, en cambio, agoniza cuando intenta construir una historia, se la come la modorra, o se dirige hacia alguna puta parte, mejor no menealla, (ahí) descarrila, especialmente durante la última media hora muy forzada e inverosímil (la propuesta del negocio, sus posterior realización, etcétera, suena a deus ex machina, a pura paparrucha sacada de la manga). También carga cuando evidencia o subraya el conflicto personal de cada una (la ausencia de madre de la Trini y la ausencia de madre de la Niña, rencor, ¿recuperada a última hora de aquella manera?) o recurre a subrayados sentimentales descarados, pero en general es una película muy simpática y encantadora y encontradiza y hasta leve constantemente graciosa, muy poca cosa, muy nada y querible cuando todavía es menos, que cero, está en ciernes o en barbecho, tantea, tontea, esbozo, escombro, rumbea (es mejor cuando está con Daniel Guzman que cuando pelea con su papa, bonito detalle que vuelva para besarle), cuando hay menos psicología y más tontería, pasar el rato, viéndolas venir, dejándose ir o caer, cuando es cochambrosa, de hecho por ahí tendrían que haber ido más los tiros, tirado, por el desastre, la chapuza, la pobreza, el sexo al desgaire, la falta de casa y comida, el trabajo a destajo o ningún curro, el vagabundeo, el mamoneo, el cutrerío que comenta Peña, y no tanto lo referido a esa madre que descompensa descuajeringa la balanza hacia el drama o la monserga llorera, más road movie desprejuiciada desperejilada cachonda, penosa, paupérrima, pírrica y menos tristeza lacrimosa de pega mostrenca materna.
Candela es una actriz nata (u otra cosa, una persona mujer que actúa, que sabe, miente inteligente, espabilada, mala, larga, arpía, artista, atractiva, vulgarota, con fuerzas y cojones y alma) y quizás por eso a veces se pasa, porque va sobrada. Silke es un caso más raro (especial para bien y para mal, no muy dotada) difícil, complicado, la voz no le ayuda, siempre afónica y tiende al gesto de asco lechuga aburrimiento, mucho más sosa, escasa, languidece, cuando sonríe, por contraste, se agradece. El resto, Angulo e Irureta, tiene oficio para dar y repartir, el ruso es una mascota o consolador, portátil, animalillo, un gran hombre, como todos.
Sí, fresca, tierna, tontorrona.
La hija de la peluquera.
La huérfana.
La vida soñada de los ángeles (fue después, en francés, nada que ver).
Los mejores momentos son (se producen con) las canciones rusas de fondo, cuando no hay guion o no pasa nada, costumbrismo solo anecdótico, o cuando Candela suelta alguna, de las muchas (le tira a todo), parida buena, circular obsesivo chungo razonamiento, en cambio, agoniza cuando intenta construir una historia, se la come la modorra, o se dirige hacia alguna puta parte, mejor no menealla, (ahí) descarrila, especialmente durante la última media hora muy forzada e inverosímil (la propuesta del negocio, sus posterior realización, etcétera, suena a deus ex machina, a pura paparrucha sacada de la manga). También carga cuando evidencia o subraya el conflicto personal de cada una (la ausencia de madre de la Trini y la ausencia de madre de la Niña, rencor, ¿recuperada a última hora de aquella manera?) o recurre a subrayados sentimentales descarados, pero en general es una película muy simpática y encantadora y encontradiza y hasta leve constantemente graciosa, muy poca cosa, muy nada y querible cuando todavía es menos, que cero, está en ciernes o en barbecho, tantea, tontea, esbozo, escombro, rumbea (es mejor cuando está con Daniel Guzman que cuando pelea con su papa, bonito detalle que vuelva para besarle), cuando hay menos psicología y más tontería, pasar el rato, viéndolas venir, dejándose ir o caer, cuando es cochambrosa, de hecho por ahí tendrían que haber ido más los tiros, tirado, por el desastre, la chapuza, la pobreza, el sexo al desgaire, la falta de casa y comida, el trabajo a destajo o ningún curro, el vagabundeo, el mamoneo, el cutrerío que comenta Peña, y no tanto lo referido a esa madre que descompensa descuajeringa la balanza hacia el drama o la monserga llorera, más road movie desprejuiciada desperejilada cachonda, penosa, paupérrima, pírrica y menos tristeza lacrimosa de pega mostrenca materna.
Candela es una actriz nata (u otra cosa, una persona mujer que actúa, que sabe, miente inteligente, espabilada, mala, larga, arpía, artista, atractiva, vulgarota, con fuerzas y cojones y alma) y quizás por eso a veces se pasa, porque va sobrada. Silke es un caso más raro (especial para bien y para mal, no muy dotada) difícil, complicado, la voz no le ayuda, siempre afónica y tiende al gesto de asco lechuga aburrimiento, mucho más sosa, escasa, languidece, cuando sonríe, por contraste, se agradece. El resto, Angulo e Irureta, tiene oficio para dar y repartir, el ruso es una mascota o consolador, portátil, animalillo, un gran hombre, como todos.
Sí, fresca, tierna, tontorrona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Silke describe a su madre con rabia, epítetos no muy generosos le dedica, mandobles dialécticos le reparte, antes de ir a verla, y Candela la abofetea, ese momento es un claro ejemplo del afán de querer sobreexplicar lo obvio o ya previamente afirmado, no hacía falta insistir tanto en lo mismo o montar ese pequeño número, ya estaba claro, todo.
El final tiene un aire de familia con el de Bajarse al moro. Los trepas (más viejos) se quedan y las protagonistas, las buenas, se largan quedan de juego fuera, expulsadas del paraíso, aunque bueno, seamos justos, la película intenta por todos los medios no ser maniquea ni moralista y en buena medida lo consigue, no cargan las tintas, de acuerdo, su posible falencia o carencia la aportan cierta tosquedad narrativa y la falta de auténtica valentía, la de ir hasta al fondo, con todas las consecuencias, en la apuesta por un realismo ridículo humorístico precario hermoso, pobres parias haciendo el indio, en bucle, bajarse de (buscarse) la vida, en el estercolero flores (de otro mundo, y de este, del mal), por supuesto.
Follarse al ruso (todas para uno y uno para quien sea, por turnos, hombre objeto, machismo), gracioso, pragmatismo, todos y todas contentos, pero al ser demasiado autoconscientes del posible chiste, se hace o vuelve artificial o más convencional, pierde naturalidad, y gracia, eso le pasa un poco a esta cariñosa película, que nunca suelta de veras amarras, siempre se queda en casa, no se independiza, no arriesga, quiere (o se imagina) ser libre y está llena de delicadas bastas formularias cadenas.
El final tiene un aire de familia con el de Bajarse al moro. Los trepas (más viejos) se quedan y las protagonistas, las buenas, se largan quedan de juego fuera, expulsadas del paraíso, aunque bueno, seamos justos, la película intenta por todos los medios no ser maniquea ni moralista y en buena medida lo consigue, no cargan las tintas, de acuerdo, su posible falencia o carencia la aportan cierta tosquedad narrativa y la falta de auténtica valentía, la de ir hasta al fondo, con todas las consecuencias, en la apuesta por un realismo ridículo humorístico precario hermoso, pobres parias haciendo el indio, en bucle, bajarse de (buscarse) la vida, en el estercolero flores (de otro mundo, y de este, del mal), por supuesto.
Follarse al ruso (todas para uno y uno para quien sea, por turnos, hombre objeto, machismo), gracioso, pragmatismo, todos y todas contentos, pero al ser demasiado autoconscientes del posible chiste, se hace o vuelve artificial o más convencional, pierde naturalidad, y gracia, eso le pasa un poco a esta cariñosa película, que nunca suelta de veras amarras, siempre se queda en casa, no se independiza, no arriesga, quiere (o se imagina) ser libre y está llena de delicadas bastas formularias cadenas.