Media votos
4,3
Votos
2.798
Críticas
2.797
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Ferdydurke:
4
4,8
1.347
Musical. Drama. Romance
María Luján, una cupletista en decadencia, recuerda su intensa vida mientras habla con Juan Contreras, viejo admirador y primer empresario que creyó en ella: sus comienzos como corista, su triunfo en España, París e Hispanoamérica en los años 20, los diferentes hombres de su vida, sus devaneos por las salas de juego francesas y, finalmente, su regreso a España, ya enferma, tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) para trabajar en El ... [+]
2 de mayo de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así estoy yo tras padecer/disfrutar este clásico popular tan castizo, carpetovetónico, cursi, tremendista y muy novio de la muerte, le falto la cabra a Mefistófeles.
Amores que te abren en canal y te parten en dos como si fueras un escorpión que se estuviera calentando tan ricamente al sol cuando alguien te pisó, canciones a tutiplén que están a punto de hacerte un churumbel, de preñarte como hombre también, con colores prietos y bellos, como de dibujos animados cerrados, y una imperial Sarita muy parisina y algo austrohúngara, no por ello menos madrileña, siempre de rompe y rasga, parte mucho la pana allí por donde pasa, de hecho, los hombres más conspicuos y pericolosos por ella babean y en duelo a muerte se baten y como moscas sin remedio uno tras otro penosamente fenecen.
Primero es un pánfilo y un pelma de cuidado al que deja en la estacada, le da la inopinada patada cuando el pobre menos lo esperaba y se coge una buena llorera para echar fuera de sí las de amor abundantes penas, es lo que pasa, todo sea por eso de lanzarse en plancha a la gran cuchipanda, también conocida como feroz farándula; después es un muermo de cuerpo entero, el gran Armando Calvo nada menos, como mecenas de oscuras y aviesas pretensiones carnales, mucho me temo, al que después de satisfacer debidamente, no tiene pega, y ya con una buena posición en la profesión, le da el hasta luego definitivo, no sos vos, soy yo, para ir a empatar, y de paso rematar la tan triste faena y matarnos también mucho de llanto y pena, con un zangolotino torerillo ridículo y actor nefando, es el caso, muy majo, chicuelo que por allí estaba pasando o pastando, nada en el tintero nos dejamos, enorme repaso.
Asistimos a la evolución física y emocional de Sara durante más de treinta años y apenas lo notamos, increíble transformación que nos pasa inadvertida, en un suspiro, el paso del tiempo siempre disimulando, milagros cinematográficos vamos acumulando, y nos regalan para abrir boca muchos cuplés del género chico o más bien ínfimo, para ensancharnos el alma y quitarnos el hipo.
La vocación es lo más importante de todo, hay que escuchar atentamente la llamada salvaje de la selva para así arrojarse con muy poca ropa, mejor desnuda, a la vacía piscina tan artística; después, tal vez, según la pirámide u orden de prioridades, viene el amor, no está mal, pero es segundo plato; seguidamente todo el resto, es decir, nada, eso ya nos da igual, poco nos importa ese reguero.
Es un folletón simpático, pesado, gracioso, bien hecho y resuelto y contado que en el último tramo se les va de las manos y es ya solo apenas grotesco, un verdadero esperpento, da angustia verlo, como si fueras una mezzosoprano llena de gallos, sin tu de flores ramo.
Amores que te abren en canal y te parten en dos como si fueras un escorpión que se estuviera calentando tan ricamente al sol cuando alguien te pisó, canciones a tutiplén que están a punto de hacerte un churumbel, de preñarte como hombre también, con colores prietos y bellos, como de dibujos animados cerrados, y una imperial Sarita muy parisina y algo austrohúngara, no por ello menos madrileña, siempre de rompe y rasga, parte mucho la pana allí por donde pasa, de hecho, los hombres más conspicuos y pericolosos por ella babean y en duelo a muerte se baten y como moscas sin remedio uno tras otro penosamente fenecen.
Primero es un pánfilo y un pelma de cuidado al que deja en la estacada, le da la inopinada patada cuando el pobre menos lo esperaba y se coge una buena llorera para echar fuera de sí las de amor abundantes penas, es lo que pasa, todo sea por eso de lanzarse en plancha a la gran cuchipanda, también conocida como feroz farándula; después es un muermo de cuerpo entero, el gran Armando Calvo nada menos, como mecenas de oscuras y aviesas pretensiones carnales, mucho me temo, al que después de satisfacer debidamente, no tiene pega, y ya con una buena posición en la profesión, le da el hasta luego definitivo, no sos vos, soy yo, para ir a empatar, y de paso rematar la tan triste faena y matarnos también mucho de llanto y pena, con un zangolotino torerillo ridículo y actor nefando, es el caso, muy majo, chicuelo que por allí estaba pasando o pastando, nada en el tintero nos dejamos, enorme repaso.
Asistimos a la evolución física y emocional de Sara durante más de treinta años y apenas lo notamos, increíble transformación que nos pasa inadvertida, en un suspiro, el paso del tiempo siempre disimulando, milagros cinematográficos vamos acumulando, y nos regalan para abrir boca muchos cuplés del género chico o más bien ínfimo, para ensancharnos el alma y quitarnos el hipo.
La vocación es lo más importante de todo, hay que escuchar atentamente la llamada salvaje de la selva para así arrojarse con muy poca ropa, mejor desnuda, a la vacía piscina tan artística; después, tal vez, según la pirámide u orden de prioridades, viene el amor, no está mal, pero es segundo plato; seguidamente todo el resto, es decir, nada, eso ya nos da igual, poco nos importa ese reguero.
Es un folletón simpático, pesado, gracioso, bien hecho y resuelto y contado que en el último tramo se les va de las manos y es ya solo apenas grotesco, un verdadero esperpento, da angustia verlo, como si fueras una mezzosoprano llena de gallos, sin tu de flores ramo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Y dale con el muere, a la puta parca no hay que hacerla caso, nunca tentarla o llamarla, mucho menos convocarla cuando estaba despistada o de parranda, tocándose la patata; por qué, diosa mía, te fuiste a morir por un quítame allá esas pajas cuando podías estar perfectamente ahora cantando poco menos que en la Scala la Traviata.
Folclore y toros, tonadilleras y matadores, la santa tradición nuestra, que todo lo tenía y tan grande envidia producía, parece que ya mucho nadie la quiere, es lo que tiene, pasión, barbarie, juego, espanto, rojo, sangre, sexo, una hembra de mucho tronío y un macho dándose tanto el pisto, todo lo que desgraciadamente hemos perdido, el mismo sentido con su fatal sino, se pudre en el olvido, solo nos dejan votar y al unísono rezar para que todavía nos cuiden si cabe mucho más.
Folclore y toros, tonadilleras y matadores, la santa tradición nuestra, que todo lo tenía y tan grande envidia producía, parece que ya mucho nadie la quiere, es lo que tiene, pasión, barbarie, juego, espanto, rojo, sangre, sexo, una hembra de mucho tronío y un macho dándose tanto el pisto, todo lo que desgraciadamente hemos perdido, el mismo sentido con su fatal sino, se pudre en el olvido, solo nos dejan votar y al unísono rezar para que todavía nos cuiden si cabe mucho más.