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Voto de Ferdydurke:
6
5,6
2.225
Comedia
Tras encontrar un agujero en las normas de los famosos concursos de ortografía escolares tan populares en los Estados Unidos, un cuarentón (Jason Bateman) se presenta a un campeonato. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Huy, qué miedito dan las películas dirigidas por los actores! No sé, parece que no se van a conformar con contar y van a optar por la diferencia insufrible, por darse aires, marcar paquete con pedantería y vacuidad.
Nada, prejuicios, tontos además. Uno más para quitar de la lista. Me guardaré algunos, sin ellos no somos nada; un saco vacío, perdido y encogiéndose.
Al grano. Brillantísima película. Ingeniosa, elegante y divertida. Culta, feroz (blandamente) y muy indie.
Redonda en su modestia inteligente. Artefacto esmerado y preciosista, como desmontar una pieza perfectamente construida y recomponerla con una broma.
En el fondo es muy poca cosa, detrás del juego de palabras, de los diálogos acerados y del cinismo constante, está lo de siempre, cierta moralina, un camino que lleva inevitablemente a algo conocido, banal, obviamente convencional. Pero el recorrido merece la pena, se disfruta, no sobra nada, son 85 minutos densos y ligeros, impecables.
¿Y qué es? ¿Qué cuenta? ¿Cuenta algo? Pues sí. Se podría decir, sin exagerar ni resumir demasiado, que es una carta de "odio" a los padres y, muy relacionado, una sátira sobre los concursos de deletreo, parece ser que muy importantes en los "USA".
Escarnio y rabia. Miserables padres que obligan a sus hijos a convertirse prematuramente en monos de feria. Explotación infantil transformada en espectáculo de masas. Pero bueno, exagero, tampoco hay para tanto, está eso pero muy limado, muy de fondo; en realidad es una comedia amable y facilona; tras el sarcasmo se esconde dulzura comercial; tras el indie, ganas de agradar.
Nada, prejuicios, tontos además. Uno más para quitar de la lista. Me guardaré algunos, sin ellos no somos nada; un saco vacío, perdido y encogiéndose.
Al grano. Brillantísima película. Ingeniosa, elegante y divertida. Culta, feroz (blandamente) y muy indie.
Redonda en su modestia inteligente. Artefacto esmerado y preciosista, como desmontar una pieza perfectamente construida y recomponerla con una broma.
En el fondo es muy poca cosa, detrás del juego de palabras, de los diálogos acerados y del cinismo constante, está lo de siempre, cierta moralina, un camino que lleva inevitablemente a algo conocido, banal, obviamente convencional. Pero el recorrido merece la pena, se disfruta, no sobra nada, son 85 minutos densos y ligeros, impecables.
¿Y qué es? ¿Qué cuenta? ¿Cuenta algo? Pues sí. Se podría decir, sin exagerar ni resumir demasiado, que es una carta de "odio" a los padres y, muy relacionado, una sátira sobre los concursos de deletreo, parece ser que muy importantes en los "USA".
Escarnio y rabia. Miserables padres que obligan a sus hijos a convertirse prematuramente en monos de feria. Explotación infantil transformada en espectáculo de masas. Pero bueno, exagero, tampoco hay para tanto, está eso pero muy limado, muy de fondo; en realidad es una comedia amable y facilona; tras el sarcasmo se esconde dulzura comercial; tras el indie, ganas de agradar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Lo peor: la tontada tontamente psicoanalítica del padre, que esa sea la motivación del protagonista (está muy bien Bateman, sobrio y gracioso) simplifica y reduce la pegada de la historia. Una no explicación le hubiese dado mayor hondura y ambigüedad; podría haber sido un acto puramente surrealista. Socavar la sociedad desde abajo, desde uno de sus cimientos, el espectáculo infantil. Pero eso sería pedir demasiado; algo extrañamente europeo y literario.
Lo mejor: las maldades, tanto las visuales como las verbales.
El final es bonico. Se acaban de mostrar las cartas marcadas. Tigres de papel; no se pretendía molestar a nadie, solo (es muchísimo) entretener de forma civilizada, educadamente, como debe ser.
Lo mejor: las maldades, tanto las visuales como las verbales.
El final es bonico. Se acaban de mostrar las cartas marcadas. Tigres de papel; no se pretendía molestar a nadie, solo (es muchísimo) entretener de forma civilizada, educadamente, como debe ser.