Una pena. Tanta gracia, simpatía e imaginación malgastados en doctrina obvia, simple y facilona.
Dos años de trabajo con plastilina. Encanto, dulzura, derroche de originalidad y talento malbaratados por caer en la denuncia, redimida en parte por el humor y el juego, más demagoga.
Puede más lo bueno (maravilla audiovisual) que lo malo (tópicos, sale hasta Aznar).
Está bien criticar situaciones injustas, pero: o las sitúas en el contexto adecuado (en este caso no mezcla bien con el tono infantil y libérrimo, suena a impostado, a forzado), o de forma más compleja y rigurosa (difícil en un corto de animación).