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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
5
Drama. Comedia Antonio (Javier Cámara) es un profesor que utiliza las canciones de los Beatles para enseñar inglés en la España de 1966. Cuando se entera de que su ídolo John Lennon está en Almería rodando una película, decide ir a conocerlo. Durante el viaje, recoge a Juanjo (Francesc Colomer), un chico de 16 años que se ha fugado de casa, y a Belén (Natalia de Molina), una joven de 21 que parece que también está escapando de algo. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos a un estupendo Javier Cámara en el papel de héroe; profesor inteligente, culto, generoso, con sentido del humor, inocente, sabio, comprensivo, justiciero, humilde, valiente, apasionado, soñador... basta. Parte de Albacete y llega a la mítica Almería sesentera; va en busca del portador de la buena nueva; Lennon es el Dios extranjero, libertario y hippie que traerá a la cazurra y atrasada España los vientos de la libertad y la esperanza. Nuestro caballero andante persigue el santo grial en forma de canciones pop y letras en inglés. En el transcurrir de su cruzada reformadora, en ese viaje épico y luminoso, encontrará a dos jovenzuelos descarriados, dos almas de cántaro (aunque llenos de saberes y cualidades: ella es peluquera, mecánica y más buena que el pan, él es dibujante, camarero en ciernes, rompecorazones en potencia y con un gran corazón) que han sido maltratadas por esa España cafre y Franquista, encarnada en instituciones represoras, padres obtusos, curas brutales, "grises" estúpidos y campesinos ignorantes, contumaces y rudos. Se convertirá en el guía, en la figura tutelar y paternal de las dos víctimas del sistema; les mostrará la otra cara, la otra España posible, la formada por hombres "Machadianos" y "Beatlemaníacos" que tienen raíces pero no temen al futuro. El viaje geográfico se transformará en un viaje temporal y simbólico. Los sesenta como década bisagra; la que conectará la terrible posguerra con la idealizada transición democrática; Antonio sería un hombre del futuro incrustado en una realidad todavía demasiado dolorosa y negra.
La película se salva porque abandona el costumbrismo tópico-rancio, manso y chato del principio (esa comida familiar mientras disfrutan del inmortal baño de Fraga, esas bofetadas, esas miraditas compungidas...) y deriva hacia una fábula teatral y literaria en la que solo importan la agilidad de los diálogos, la elegancia en la dirección y las buenas interpretaciones de Cámara y Natalia de Molina (el chico -Colomer- es demasiado balbuciente y muermo). Se eliminan los excesos sentimentales, los sermones didácticos y las metáforas demasiado obvias, en favor de una narración ligera, sencilla, modesta y muy eficaz. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, pero, en este caso, no importa porque hay talento, buen gusto y delicadeza. Siendo más exigentes se podría decir que el trazo es grueso en la creación de los secundarios (el barman se pasa de bueno y cae en la caricatura) y en alguna situación (el acoso al chico de los garrulos), y aún así se acaban imponiendo las demás virtudes ya señaladas: la inteligencia, coherencia y honestidad del conjunto; se sabe una película pequeña y no imposta la voz para aparentar más.
Ferdydurke
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