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Voto de Ferdydurke:
6
6,4
388
Drama
Denuncia los procesos judiciales de India, a partir de la historia de Narayan Kamble, un profesor y cantautor activista acusado de incitar el suicidio de un trabajador del gobierno. (FILMAFFINITY)
13 de marzo de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película india.
Sería una buena ocasión para llevarnos las manos a la cabeza y quizás hasta reírnos de los burdos mecanismos judiciales y la estulticia sumada a la molicie y a la incompetencia que en esta película observamos. Sería fácil pensar en un país atrasado, extraño, pintoresco y corrupto. Incluso mirarles con aire despectivo, por encima del hombro, y regocijarnos con sus tontunas y miserias.
Sería estupendo y muy agradable. Si no fuera porque en nuestros países avanzados es igualmente sencillo rastrear y, por increíble y ridículo que pueda parecer, encontrar casos parecidos a lo largo de nuestra historia más o menos reciente. Sí, esa maldita manía de censurar o relacionar hechos que nada tienen que ver entre sí. Esa idea estúpida y reduccionista que simplifica grotescamente al ser humano y lo presenta como un ser tan fácilmente influenciable y maleable como una mota de polvo al albur de cualquier viento racheado o pedo mal tirado. El arte, cualquier cosa, desde una canción hasta un poema, como fuerza/arma de destrucción masiva, causa primera de la muerte de un pobre desgraciado.
Desde el juicio contra Flaubert (por Madame Bovary), Baudelaire (Las flores del mal) o contra los Trópicos de Miller y la Lolita de Nabokov o, ya en nuestro propio país, la famosa censura franquista y en tiempos más actuales la más invisible pero omnímoda que supone todo lo políticamente correcto (casi cualquier cosa puede ofender a cualquier "colectivo", asociación, comarca o grupo de edad; cada palabra, concepto o término debe ser revisado/a y/o eliminado/a en ara/os de los derecho/as de todo/a ciudadano/a que se vea/o zaherido/a o minusvalorado/a). O si nos queremos volver locos y hablar de ayer mismo y aquí al lado justo de tu casa, podemos espantarnos ante el bochornoso espectáculo que supuso todo el escándalo de los titiriteros y su alucinante prisión preventiva.
En fin, que todos somos hermanos en la aberración y el atropello. Que esto que aquí se nos cuenta, mezcla de absurdo, disparate, comedia y tragedia, lo vemos todos los días en cualquier lugar del mundo, con otros modos y maneras pero parecidas intenciones y similares resultados.
Bueno, se trata del caso de un poeta/cantante que es detenido por incitar al suicidio de un "alcantarillero". La historia es el juicio y la descripción de los tres principales actores/protagonistas del mismo. El abogado defensor, hombre joven que vive solo y que suele visitar a sus padres; la fiscal, mujer casada y con hijos a la que vemos preparar la cena; y el juez, hombre maduro al que contemplamos en plenas vacaciones.
Mirada calma, sucesión plácida de escenas que alterna lo puramente judicial con la vida cotidiana de los personajes. Un mosaico de historias y situaciones que apunta sutilmente a diferentes aspectos sin que se profundice en ninguno de ellos.
La diferencia de rol entre los sexos a pesar de la incorporación de la mujer al trabajo, los enormes abismos sociales, la lenta modernización de la India y una sensación de injusticia ominosa que convive con cierta alegría colorista o, más bien, es el tono contemplativo, aliñado con un constante sentido del humor resignado, fatalista y jocundo con el que es mirado todo lo que amaina el temporal y rebaja la tremenda tristeza de lo narrado.
Película humanista, ligera, con vocación crítico-satírica y de un naturalismo perspicaz y sin afeites.
Apreciable y curiosa.
Sería una buena ocasión para llevarnos las manos a la cabeza y quizás hasta reírnos de los burdos mecanismos judiciales y la estulticia sumada a la molicie y a la incompetencia que en esta película observamos. Sería fácil pensar en un país atrasado, extraño, pintoresco y corrupto. Incluso mirarles con aire despectivo, por encima del hombro, y regocijarnos con sus tontunas y miserias.
Sería estupendo y muy agradable. Si no fuera porque en nuestros países avanzados es igualmente sencillo rastrear y, por increíble y ridículo que pueda parecer, encontrar casos parecidos a lo largo de nuestra historia más o menos reciente. Sí, esa maldita manía de censurar o relacionar hechos que nada tienen que ver entre sí. Esa idea estúpida y reduccionista que simplifica grotescamente al ser humano y lo presenta como un ser tan fácilmente influenciable y maleable como una mota de polvo al albur de cualquier viento racheado o pedo mal tirado. El arte, cualquier cosa, desde una canción hasta un poema, como fuerza/arma de destrucción masiva, causa primera de la muerte de un pobre desgraciado.
Desde el juicio contra Flaubert (por Madame Bovary), Baudelaire (Las flores del mal) o contra los Trópicos de Miller y la Lolita de Nabokov o, ya en nuestro propio país, la famosa censura franquista y en tiempos más actuales la más invisible pero omnímoda que supone todo lo políticamente correcto (casi cualquier cosa puede ofender a cualquier "colectivo", asociación, comarca o grupo de edad; cada palabra, concepto o término debe ser revisado/a y/o eliminado/a en ara/os de los derecho/as de todo/a ciudadano/a que se vea/o zaherido/a o minusvalorado/a). O si nos queremos volver locos y hablar de ayer mismo y aquí al lado justo de tu casa, podemos espantarnos ante el bochornoso espectáculo que supuso todo el escándalo de los titiriteros y su alucinante prisión preventiva.
En fin, que todos somos hermanos en la aberración y el atropello. Que esto que aquí se nos cuenta, mezcla de absurdo, disparate, comedia y tragedia, lo vemos todos los días en cualquier lugar del mundo, con otros modos y maneras pero parecidas intenciones y similares resultados.
Bueno, se trata del caso de un poeta/cantante que es detenido por incitar al suicidio de un "alcantarillero". La historia es el juicio y la descripción de los tres principales actores/protagonistas del mismo. El abogado defensor, hombre joven que vive solo y que suele visitar a sus padres; la fiscal, mujer casada y con hijos a la que vemos preparar la cena; y el juez, hombre maduro al que contemplamos en plenas vacaciones.
Mirada calma, sucesión plácida de escenas que alterna lo puramente judicial con la vida cotidiana de los personajes. Un mosaico de historias y situaciones que apunta sutilmente a diferentes aspectos sin que se profundice en ninguno de ellos.
La diferencia de rol entre los sexos a pesar de la incorporación de la mujer al trabajo, los enormes abismos sociales, la lenta modernización de la India y una sensación de injusticia ominosa que convive con cierta alegría colorista o, más bien, es el tono contemplativo, aliñado con un constante sentido del humor resignado, fatalista y jocundo con el que es mirado todo lo que amaina el temporal y rebaja la tremenda tristeza de lo narrado.
Película humanista, ligera, con vocación crítico-satírica y de un naturalismo perspicaz y sin afeites.
Apreciable y curiosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Varios apuntes más:
- El abogado comenta que el juicio va a durar años. Parece claro que van a por él y que no les van a faltar excusas.
- La participación de la policía y del testigo ocular convierten el juicio en una farsa. La falta de pruebas, en una mamarrachada.
- Al final, entendemos cómo la verdadera razón de la muerte de ese hombre fue la miseria; las horribles condiciones de trabajo y el alcohol como consuelo y propiciador finalmente de la desgracia. Por lo tanto, no solo se acusa injustamente al poeta, sino que además se utiliza a un pobre hombre para ello. Doble vergüenza y oprobio.
- Como contraste de este cabeza de turco y del barrio miserable en el que vivía con su espantada mujer, nos encontramos al final con la conversación del juez en la que habla del dinero desmedido que están ganado los jóvenes universitarios que recién ahora empiezan a trabajar. Una India de dos mundos, por lo menos. Una injusticia eterna.
- El abogado comenta que el juicio va a durar años. Parece claro que van a por él y que no les van a faltar excusas.
- La participación de la policía y del testigo ocular convierten el juicio en una farsa. La falta de pruebas, en una mamarrachada.
- Al final, entendemos cómo la verdadera razón de la muerte de ese hombre fue la miseria; las horribles condiciones de trabajo y el alcohol como consuelo y propiciador finalmente de la desgracia. Por lo tanto, no solo se acusa injustamente al poeta, sino que además se utiliza a un pobre hombre para ello. Doble vergüenza y oprobio.
- Como contraste de este cabeza de turco y del barrio miserable en el que vivía con su espantada mujer, nos encontramos al final con la conversación del juez en la que habla del dinero desmedido que están ganado los jóvenes universitarios que recién ahora empiezan a trabajar. Una India de dos mundos, por lo menos. Una injusticia eterna.